Berlusconi salva el Gobierno con los votos de Fini
El primer ministro italiano gana tiempo ante la amenaza de un anticipo electoral
Un Silvio Berlusconi institucional, debilitado por la crisis de su alianza y sin convicción en su propio proyecto político obtuvo ayer la confianza de la Cámara de Diputados italiana. Gracias a los votos de los rebeldes dirigidos por Gianfranco Fini, el primer ministro salvó el primer escollo de una legislatura que parece destinada a naufragar mucho antes de llegar a puerto. Del epitafio se encargó Umberto Bossi, líder de la Liga Norte: "Nada es eterno, el camino es estrecho y esto no durará mucho", dijo.
Dos años y medio después de ser investido con la mayoría más amplia de la historia, el primer ministro regresó al Parlamento con un discurso de circunstancias. Conciliador, se limitó a enunciar promesas gastadas e imploraciones a la estabilidad, y rogó a la dividida mayoría y a "todos los moderados de la oposición" que evitaran las elecciones anticipadas por el bien del país.
Fini anuncia que la semana próxima fundará su propio partido
El resumen de la larga y acalorada sesión fue poco gratificante para Berlusconi. El Ejecutivo sigue en pie gracias a Fini. Casi todos los diputados escindidos del Pueblo de la Libertad junto al presidente de la Cámara (Fini) votaron por el jefe de Gobierno y ayudaron a sacar adelante la cuestión de confianza por 342 votos a favor, 275 en contra y tres abstenciones.
Dado que la mayoría necesaria era de 309 votos, sin el apoyo de 33 finianos y cinco del siciliano Movimiento por la Autonomía (MPA), el Gobierno habría caído. En todo caso, la irrecuperable ausencia de química entre Berlusconi y su enemigo íntimo, y la sideral distancia que aleja a los finianos de la Liga Norte dejan al Gobierno en una precaria situación de interinidad, a merced del presidente de la Cámara cada vez que se vote una ley.
El juego de la cerilla continúa, la duda es cuánto tiempo seguirá encendida y quién tendrá el valor de apagarla. Fini no pierde tiempo y aprovechó una pausa del caldeado debate para avanzar que la semana próxima fundará su nuevo partido, Futuro y Libertad para Italia (FLI).
La jornada, trufada de broncas e insultos, dejó la sensación de que Berlusconi es cada vez más frágil y de que la estabilidad será efímera. Tras haber intentado despedazar a Fini a través de sus medios y de haber sido acusado por la oposición de haber comprado a varios diputados tránsfugas para tratar de formar una mayoría alternativa, el líder del PDL negó ayer haber comprado a nadie, aunque agradeció el apoyo de los siete centristas que votaron a su favor: "Son responsables y apoyan la estabilidad".
Berlusconi necesitaba 20 diputados para prescindir de Fini. Al no encontrarlos, sabedor de que necesita tiempo hasta que los sondeos mejoren, trazó un discurso amable hacia su adversario en el que desgranó cinco puntos de un programa poco novedoso y nada detallado: bajada de impuestos, federalismo fiscal, lucha contra la mafia, incentivos para el sur y reforma de la Justicia.
Una vez más, quedó claro que el principal objetivo de Berlusconi es gozar de un escudo judicial que le salve de sus procesos pendientes. Los finianos respondieron a esa petición marcando distancias y poniendo condiciones: "No apoyaremos una reforma judicial que dañe a otros procesos y castigue a la magistratura".
La oposición se mostró muy dura con Berlusconi. "No sabe en qué país vive, lleva 15 años vendiendo una fábula que es solo burbujas, es hora de que se vaya a casa", espetó Pierluigi Bersani, secretario del Partido Democrático, que por fin hizo un discurso pujante. Antonio di Pietro, líder de Italia de los Valores, provocó gran revuelo al definir a Berlusconi como "un violador de la democracia" y "un corruptor masón". Berlusconi replicó con un gesto: "Está pirado".
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