El 11-S de los mercados financieros
Samuel Buell, investigador del 'caso Enron', rememora la causa
El tiempo ayuda a dar perspectiva, sobre todo cuando se trata de casos de la magnitud y la complejidad de Enron. "Fue el 11-S para los mercados financieros, por cómo afectó a la forma de entender el sistema", comenta Samuel Buell. Su opinión es más compleja. Nueve años después, el que fuera el investigador líder en la causa que llevó a Jeffrey Skilling a la cárcel, admite que el enfoque que se siguió en el caso fue "bastante miope".
Buell imparte ahora clases en la prestigiosa Universidad de Duke, en Carolina del Norte. Este respetado profesor en leyes fue uno de los tres cabecillas de la conocida como Enron Task Force, el grupo especial encargado de la mayor autopsia corporativa de la historia en Estados Unidos. No era para menos. De la noche a la mañana, un colosal fraude contable evaporó la eléctrica. Era una de las compañías más admiradas del mundo.
Un colosal fraude contable evaporó la eléctrica de la noche a la mañana
Hubo comisiones en el Congreso, acciones por la vía civil y criminal
Buell imparte ahora clases en la universidad de Duke
Lo que llevó construir en 16 años, quedó en la nada en tan solo 24 días. Entonces se habló de la arrogancia y de la avaricia de sus ejecutivos, del casino en el que había convertido el negocio y de los efectos perversos del riesgo. Hubo comisiones en el Congreso, una cobertura mediática enorme, acciones por la vía civil y criminal, miles de páginas de documentos, testigos y una armada de abogados exprimiendo cualquier detalle del caso.
Y llegó la Sarbanes-Oxley Act, también entonces considerada la mayor legislación financiera desde la creación de la Seguridad Social hace 75 años. "El impacto fue tal, que superó el sentido de la realidad y se pensó que era un cataclismo que no volvería a pasar", comenta Buell.
El mensaje que se quiso lanzar al mundo corporativo fue directo: nunca más. Pero insuficiente. "Enron era el canario en la mina", dice el profesor, y nadie se dio cuenta.
Lo mismo que se dijo en la era de los escándalos corporativos del papel de las firmas auditoras, de los analistas financieros y de las agencias de calificación es lo que se dice nueve años después de los abusos que llevaron al colapso de Lehman Brothers y el posterior terremoto financiero, el mayor desde la Gran Depresión. "Lo vimos como un único caso, no como un posible problema en el sistema. Pero se creía que respondiendo a Enron, el resto volvería a la normalidad", admite Samuel Buell.
Esa percepción se vio reforzada por el retorno del optimismo a los mercados, que retomaron la senda alcista hasta tocar máximos históricos. La bonanza en Wall Street hizo pensar que el problema en el sistema no existía. Nadie se preocupó de mirar más a fondo. "Cuando la gente hace dinero, no hay incentivos para preocuparse excesivamente. Y había mucho en juego política y económicamente al plantear cuestiones más profundas", explica el profesor, refiriéndose en concreto al papel de la banca de inversión.
Enron era algo más que una eléctrica. Operaba como un fondo que diseñaba y manejaba complejos productos financieros. Creó una estructura que le hizo dependiente de que sus acciones subieran. Lo mismo que pasó en muchos bancos durante la burbuja inmobiliaria. Por eso Samuel Buell cree se tuvo una visión miope de escándalo. "Si Enron operaba como un banco de inversión, debería haberse mirado a otras grandes firmas para ver si eran como Enron, si existían los mismos problemas".
El tiempo da perspectiva, pero también hace olvidar. Buell empezó a dar clases en 2004, tras completar su investigación. Comenta que notó que había estudiantes que se vieron motivados por el caso a hacer la carrera de leyes. Algunos trabajaron antes en firmas contables o de inversión. Vieron que el sistema tenía problemas y que la manera de responder a ellos era aprender la ley y tratar de trabajar en el sistema legal para mejorar las cosas.
"Eso duró un par de años", dice, "después volvimos al statu quo". Ahora la economía vive el colapso sistémico que no se remedió con el caso Enron. Y aunque dice que hay estudiantes interesados en entender y saber qué se puede hacer, para la nueva generación "su gran preocupación ahora es si van a tener un trabajo". Pararse a pensar en dilemas éticos de una u otra compañía se han convertido en un lujo. La memoria es corta.
La película
- Enron, los tipos que estafaron América está dirigida por Alex Gibney, que bucea en en uno de los mayores escándalos financieros de la historia, en el que varios altos ejecutivos de la séptima empresa más importante de EE UU se embolsaron más de 1.000 millones de dólares mientras sus accionistas y empleados lo perdían todo.
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