Investigación: no podemos retroceder
El sistema de investigación español se encuentra en una encrucijada que puede marcar su futuro por varias décadas. Por un lado, en pocos años su producción científica ha aumentado enormemente tanto en cantidad (esto es bien conocido) como en calidad (esto lo es menos, aunque es demostrable y ha sido reconocido tanto en Europa como más allá). Pero por otro lado, el sistema es todavía enormemente frágil. Lo es por ser tan nuevo, por variadas debilidades internas y por la mayor exposición a la competencia internacional que el aumento de calidad ha significado.
En esta situación, el golpe de la crisis económica convierte el momento en decisivo. Si retrocedemos, el esfuerzo realizado habrá sido un gran desperdicio de recursos. Si resistimos bien, la recuperación nos empujará inexorablemente hacia una posición consolidada en la primera línea de la ciencia internacional.
El Programa Severo Ochoa de la ministra Garmendia es de gran calado
¿Qué hacer? Es ciertamente tentador centrar el debate en los montantes globales de las asignaciones presupuestarias. Para que no haya ninguna ambigüedad, dejo constancia de que el recorte de presupuestos debería evitarse. Hay, entre otros, un tema de imagen: al final, la clasificación de países por su posicionamiento respecto a la economía del conocimiento será entre aquellos que recortan presupuestos de investigación y carecen de una gran tradición científica, y los demás.
Pero también debemos comprender que los generosos y extraordinarios aumentos presupuestarios previos a la crisis no volverán a repetirse. La crisis económica es real y profunda e incide catastróficamente sobre las circunstancias fiscales. No podemos pretender que todo continúe como si no hubiese pasado nada. Simplemente, no va a ser el caso.
Este es el momento de optimizar con respecto al sistema de investigación globalmente considerado. Ello tiene dimensiones diversas. Una sería evitar duplicaciones (lo que incide en la necesidad de cooperación). Otra, muy importante, trataría de focalizar atención y asegurar la viabilidad de aquellos centros e institutos, sean parte de universidades, OPI, fundaciones, hospitales o administraciones públicas, que en estos últimos años han sido punta de lanza de la competitividad internacional de nuestra ciencia y del atractivo de nuestro sistema para muchos científicos (lo que viene conllevando una considerable atracción de talento).
Entiendo que esta focaliza-ción es la naturaleza del Programa Severo Ochoa anunciado por la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, el 20 de septiembre. Es un programa económicamente modesto (los tiempos son los que son) pero, paradójicamente, de gran calado.
Creo fervientemente que marca el camino a seguir. Hay que identificar la excelencia institucional en nuestro país, esté donde esté, y dependa de quien dependa. Es fundamental transmitir el mensaje que, pese a todas las dificultades económicas, estamos dispuestos a luchar por la preservación de la excelencia científica que hemos alcanzado y que nos posiciona para el futuro.
Esta es la gran apuesta de la ministra Garmendia que no puedo más que aplaudir.
Andreu Mas-Colell fue secretario general del Consejo Europeo de Investigación.
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