Harold Gould, el eterno secundario elegante
Cuando uno menciona el nombre de Harold Gould, muy, muy pocos cinéfilos le pondrán cara y recordarán sus películas. Sin embargo, con solo mirar alguna de sus fotografías y rememorar su aspecto atildado, su bigote -un bigote puede marcar una carrera, como bien supo Gould, y Tom Selleck y Sam Elliot en los últimos lustros- y su elegancia natural, todo espectador recordará El golpe, Primera plana, La última noche de Boris Grushenko o La última locura.