Harold Gould, el eterno secundario elegante
Despuntó en filmes como 'El golpe' o 'Primera plana'
Cuando uno menciona el nombre de Harold Gould, muy, muy pocos cinéfilos le pondrán cara y recordarán sus películas. Sin embargo, con solo mirar alguna de sus fotografías y rememorar su aspecto atildado, su bigote -un bigote puede marcar una carrera, como bien supo Gould, y Tom Selleck y Sam Elliot en los últimos lustros- y su elegancia natural, todo espectador recordará El golpe, Primera plana, La última noche de Boris Grushenko o La última locura.
Gould falleció el pasado sábado 11 a los 86 años en la residencia para jubilados que tiene la Fundación del Cine y la Televisión en Woodland Hills (California). Hombre amante de la vida familiar (le sobreviven su viuda, con la que se casó en 1950, su hija y sus dos hijos), Gould luchó -y perdió- en los últimos años contra un cáncer de próstata tras una larguísima carrera -que arrancó sin embargo tarde, cuando ya había cumplido 30 años- y que ha dejado más de 300 programas de televisión, 100 obras de teatro y una veintena de películas. Gould nació como Harold V. Goldstein en el seno de una familia judía en Schenectady (Nueva York) en 1923. Goldstein ni siquiera se planteaba actuar: estudió con las miras puestas en ser maestro de inglés o de ciencias sociales. Durante la II Guerra Mundial combatió en una compañía de morteros, y contrajo pie de trinchera, por lo que estuvo convaleciente en Reino Unido. Los últimos meses de conflicto bélico los pasó en una unidad de transporte ferroviario en Francia.
Participó en 100 obras de teatro y más de 300 programas de tele
A la vuelta a casa, siguió con sus estudios de arte y drama, y fue en ese momento cuando empezó a picarle el gusanillo: actuó en una compañía de teatro de verano en Cape Cod, se doctoró en teatro en la Universidad de Cornell (1953) y amplió sus conocimientos en oratoria. Allí conoció a su esposa, Lea Vernon, y allí comenzó a impartir clases, porque no debutó como actor profesional hasta 1955. Sin embargo, no empezó a trabajar continuamente como intérprete hasta inicio de los sesenta: antes dio clases de drama en la Universidad de California y en la de UCLA. Años después confesó: "Dejé de dar clases en 1960. Me dijeron que era una locura, pero es que tenía que intentarlo".
La carrera del ya rebautizado Gould fue in crescendo, aunque muy lentamente: en películas como Crimen a las 7 o Cualquier día en cualquier esquina; en series como Los intocables, La hora de Alfred Hitchcock, Superagente 86, Los héroes de Hogan, El virginiano o Dimensión desconocida. Era uno más de esos miles de férreos actores que poblaban la pequeña pantalla... hasta 1973, cuando interpreta a Kid Twist en El golpe y sus canas quedan grabadas en el imaginario colectivo.
Gould fue un estajanovista de la interpretación: más de 100 obras de teatro, más de 300 capítulos de series de televisión -fue el novio de Betty en Las chicas de oro, el padre de la mejor amiga de la protagonista de El show de Mary Tyler Moore, tuvo pequeños papeles en Enredo, Las aventuras de Louis & Clark, La juez Amy, El rey de Queens, Felicity- y apareció en filmes como Primera plana, La última noche de Boris Grushenko, La última locura, Romero, Beloved, Patch Adams o Ponte en mi lugar. En teatro ganó un Premio Obie en 1960 por su trabajo en una obra de Václav Havel y perteneció durante 48 años a la compañía Los Angeles Theatre West. "El teatro ha sido mi pasión por las satisfacciones interiores que me ha dado".
Su última aparición la realizó este mismo año en un episodio de Nip/Tuck. Más allá del Obie mencionado y de sus cinco candidaturas a los Emmy, nunca ganó un gran premio. Con su muerte el pasado sábado, puede que no haya desaparecido una gloria del cine, pero sí uno de esos artistas que, como magníficos pies de páginas, afianzan la historia de la interpretación.
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