Las acotaciones ingenuas

Vayan por delante mis respetos hacia la persona, trayectoria profesional, etcétera del profesor Peces-Barba. Pero acabo de leer su opinión sobre la carta pastoral del que denomina "arzobispo desobediente" en el diario EL PAÍS del 8 de septiembre. Al leerlo me ha llamado la atención lo que plantea y cómo lo plantea, vamos, que no termino de entender sus ideas, señor Peces-Barba.

Acusa al prelado de arremeter contra una ley con una virulencia desmesurada. Yo he leído la carta de este obispo escrita hace ya unos meses y, simplemente, me parece clara pero no violenta. Es coherente con su modo de pensar y arremete contra una serie de cuestiones y no contra personas concretas. Además, lo hace con fundamento, aporta ideas, razona...

En las últimas líneas usted escribe lo siguiente: "Más discreción, más humildad y menos prepotencia deben utilizar estos príncipes de la Iglesia para no hacer el ridículo en un mundo plural y laico".

¿Prepotencia? Le considero una persona respetable y su opinión la leo, la contrasto, la pienso. Pero, ¿por qué ha de ser la suya "palabra de Dios" y la del obispo palabra medieval, franquista...?

Tan perjudicial es que un Estado sea confesionalmente católico como confesionalmente laicista, que es un poco lo que se deduce de sus líneas. Tenemos que procurar buscar la verdad, la libertad y ser coherentes. A ver si ahora nos vamos a encontrar con "sacerdotes del Estado", cuyo afán es decir lo que está bien y lo que está mal y acaban anulando la libertad del individuo a decir lo que piensa.