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Reportaje:Próxima estación

El ángel de Sant Pau

El viejo hospital modernista, que da nombre a la parada, reclama su papel en la Barcelona futura

Hace tiempo se le partió el ala a uno de los ángeles que, aupados a la torre del Reloj, custodian la fachada del hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Desde entonces esta joya de la arquitectura no ha dejado de experimentar una transformación tras otra, como si se hubiera roto un hechizo y ese trocito de plumas de piedra fuese la clave para despertar a la princesa de su sueño. Este impresionante edificio de Domènech i Muntaner -situado a pocos pasos de la parada de Sant Pau / Dos de Maig de la línea 5- vuelve a atraer las miradas de los barceloneses. Tras un periodo de ostracismo, reclama ser una de las piezas protagonistas de la Barcelona futura. Sus instalaciones sanitarias se han trasladado al norte de su emplazamiento original, donde dispondrán de más espacio y recursos. No sé si los modernos pabellones cumplirán el noble sueño de curar a los enfermos mediante la contemplación de la belleza y el arte, como en su origen fue dispuesto por su creador, pero lo que dejan aquí es el conjunto modernista más grande de Europa, a disposición de la ciudad. Hace unos meses se mostraron al público sus salas en obras, como parte de una jornada de puertas abiertas. El objetivo final es unirlas al recorrido turístico de la cercana Sagrada Familia y fijarlas como sede de una serie de organismos internacionales, como la Universidad de las Naciones Unidas o la Organización Mundial del Turismo. En estos años se ha hablado de ubicar un museo dedicado a la medicina, el Instituto Catalán de Ciencias Cardiovasculares, la Escuela de Enfermería o el Instituto del Envejecimiento. Aún sin plan definitivo, se trabaja en devolver su integridad a esta atípica institución hospitalaria, declarada Patrimonio de la Humanidad.

Desde que al ángel se le partió un ala, el edificio experimenta una transformación tras otra
El hospital se ha trasladado dejando el conjunto modernista a disposición de la ciudad

Mientras tanto, el ángel sigue ahí arriba, absorbiendo la luz con las alas extendidas. Parece querer llamar nuestra atención hacia un punto distante del horizonte, hacia su vecino gaudiniano, como susurrando un secreto. Afirman los aficionados al hermetismo que dibujando una línea recta desde esta torre en dirección a la avenida de Gaudí su trazo pasa justamente por el centro del ábside de la Sagrada Familia y va a perderse en los tejados del palacio de los Güell, en Nou de la Rambla. Al parecer, su arquitecto eligió esta orientación para aprovechar las masas de viento procedentes del mar, con el fin de purificar el ambiente. Previsión o misterio urbanístico, lo cierto es que el reloj de Sant Pau tiene un aire mezcla de Violet le Duc y minarete moruno, con los estilizados ángeles de Gargallo en la parte baja -en realidad, las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad) y una cuarta añadida, la Obra-, más hieráticos que sus parientes de arriba, como si perteneciesen a una generación anterior de seres celestiales, destinados a la prosaica tarea de recibir a los mortales que vienen buscando alivio a sus penas. Aunque en la puerta quien nos recibe es el busto de un Pau Gil i Serra patilludo y repeinado, que fue el banquero que donó los primeros fondos para iniciar la construcción del recinto.

Cae la tarde y el ángel sigue con las manos entrelazadas y rostro de rapto místico que busca el cielo. Por un momento parece como si todas estas esculturas -y todas las que hay repartidas por la ciudad, en cornisas y cementerios- fuesen a desplegar sus alas de un momento a otro para echar a volar, formando una nube de pájaros graníticos. En la oscuridad, su presencia no sería tan distinta de la de tantos pájaros que colonizan nuestro paisaje. Bloques siempre al borde del precipicio, escrutando la más mínima señal del tiempo, con las alas extendidas, petrificados en esta geometría de volúmenes y aire, al borde de la ciudad misma, seguirán en una continua vigilancia, como espíritus protectores, sobre este viejo hospital para el que nunca habrá bastantes ángeles de la guarda.

Cae la tarde y el ángel sigue con las manos entrelazadas y rostro de rapto místico que busca el cielo.
Cae la tarde y el ángel sigue con las manos entrelazadas y rostro de rapto místico que busca el cielo.CARMEN SECANELLA
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