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Kenia aprueba la mayor reforma política en 50 años

Casi medio siglo después de su independencia, Kenia tiene una nueva Constitución. El en el referéndum que se celebró el miércoles obtuvo el 67,25% de apoyo, según los resultados definitivos. "Kenia ha enterrado los demonios del voto", titulaba ayer el diario Daily Nation para celebrar que la principal economía del este de África había votado pacíficamente.

Los kenianos han mantenido la promesa del "nunca más" hecha hace más de dos años y medio, cuando la violencia poselectoral causó 1.300 muertos. "Acabo de volver de Kibera y la situación es muy tranquila", comentaba ayer el misionero Renato Kizito Sesana, que lleva 22 años en el país. Su misión dista apenas unos kilómetros de Kibera, el suburbio de Nairobi convertido en el mayor poblado chabolista de África y termómetro de las tensiones en Kenia. La mayoría de las provincias se inclinó por la reforma, que prevé una mayor distribución del poder entre la presidencia, el Parlamento y los poderes regionales, con el objetivo de superar las divisiones tribales. "Es nuestro mayor avance y una victoria para los kenianos que han luchado contra la resistencia y las manipulaciones de la clase política y han muerto por ello", comenta Maina Kiai, jurista y ex presidente de la Comisión Nacional de Kenia para los Derechos Humanos.

Donde ganó el no fue en Rift Valley, principal escenario de la violencia de 2008, tras la victoria disputada por el presidente Mwai Kibaki y por su rival y ahora primer ministro, Raila Odinga. En esa provincia vive la etnia kalenjin, la misma del ex presidente Daniel Arap Moi, que gobernó con puño de hierro durante 24 años y que ha liderado el frente del no.

Esperanza de cambio

El misionero Kizito no cree que la oposición de Moi se deba a la revisión de la propiedad de la tierra prevista por la Constitución. Según él, la razón es sencilla: "En este punto no cambiará mucho. Ninguna de las familias en el poder, los Moi, los Kibaki o los Odinga, tiene interés en que haya cambios. Todos adquirieron propiedades de forma ilegal o de manera discutible". ¿La reforma no supone un gran cambio? "Potencialmente, sí. Dependerá de las próximas elecciones y de si hay un cambio generacional de la clase política".

Para Kia, la Constitución hasta el momento "es solo papel. Ahora habrá que darle vida. Tenemos mucho trabajo por delante", dice con cierto optimismo.

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