El espíritu más rural de Vitoria
La capital alavesa celebró ayer Santiago con la puesta de largo de las cuadrillas de blusas que animarán La Blanca
Vitoria recuperó ayer su espíritu más rural, el que le reconcilia con su condición de capital de la Llanada alavesa más que de la Euskal Hiria. Carreras de burros, feria agroganadera y mercado de ajos en la festividad de Santiago, un día en el que las cuadrillas de blusas y neskas, esencia animadora de las fiestas de La Blanca, aprovechan para calentar motores, anunciando que se acerca la bajada del Celedón, el próximo 4 de agosto.
La de ayer es quizás la fiesta más popular de Vitoria. San Prudencio, el patrón de Álava, el 28 de abril, mantiene un protocolo muy marcado, con una notable presencia de actos protocolarios. La Blanca, a pesar de la explosión colectiva del Celedón, no deja de ser lo que es: la fiesta oficial de la ciudad. Pero el día de Santiago conserva el ingrediente fundamental de cualquier jornada marcada en rojo en el calendario: la feria, el mercado.
La Diputación apuesta este año por reivindicar los productos alaveses
Las carreras de burros son tradición en una de las fiestas más populares
La Diputación ha optado este año por reivindicar los productos alaveses en la plaza de Abastos. Por problemas de organización no se pudo contar con la presencia de los mejores ejemplares de las ganaderías alavesas, pero sí acudió a la capital lo mejor de su agricultura y productos elaborados. Verduras y frutas de todo el territorio, aceite y vino de la Rioja alavesa, sidra de Aramaio, txakoli de Ayala y quesos de Kuartango y de la denominación de origen Idiazabal participaron en el apartado más formal de la jornada.
Porque un poco más allá, en la plaza de la Virgen Blanca, los blusas hacían de las suyas, con la popular carrera de burros, en la que nunca se sabe quién es quién. Animada por centenares de personas, a pesar de la hora, las diez de la mañana, la competición terminó con una doble victoria: la más o menos oficial, de la cuadrilla Txolintxo, y la autoproclamada de Gasteiztarrak, con el beneplácito de todos los asistentes.
En el improvisado circuito, con algunos jockeys tirando de zanahorias para animar a sus monturas, mientras otros echaban mano del palo para arrear a los burros, al final más de uno ha tenido que bajarse de sus lomos y tirar del asno con todas sus fuerzas. A su pesar, el del burro, que no sabía que hacía interpretando el papel de un caballo de carreras.
La siguiente cita se encontraba en el mercado de ajos. En estos tiempos en los que triunfa la saga Crepúsculo, la Cuesta de San Francisco, en pleno casco medieval de Vitoria, no se presentaba apta para vampiros. Miles de ristras del bulbo del alium sativum, el condimento más querido de la cocina universal, se vendían ayer a una media de cuatro euros el kilo. De origen navarro, aseguraban los vendedores, al tiempo que destacaban su condición de ajos rojos, porque estos son los más preciados.
Ante la mirada estupefacta de los turistas, superados por el ritual de los vitorianos de colocarse la ristra de ajos al cuello, la fiesta continuaba en el centro de la ciudad, con las calles abarrotadas y animadas por las cuadrillas de blusas y sus fanfarrias. El despendole ya era general, no en vano muchos de los protagonistas estaban sin pegar ojo toda la noche, porque si algo marca el día de Santiago en Vitoria es la víspera, cuando toda la ciudad sale de fiesta.
Para quienes no tenían ganas de jota, para ese público que gusta del aperitivo tranquilo en las terrazas, el momento de la jornada se encontraba en el parque de la Florida, con el concierto de la banda municipal de música. En principio estaba previsto que un blusa dirigiera el concierto, pero al final no apareció en el escenario para animar piezas maestras como el Aida de Verdi o el Ya vienen los blusas de Bastida. Tenía cosas mejores que hacer como prepararse para la subida a la plaza de toros, el cometido oficial de las cuadrillas en el día de Santiago.
En efecto, tras reponer fuerzas y echarse una reparadora siesta, el punto fuerte de la jornada se trasladó a la ida y vuelta de los toros a cargo de los blusas y neskas vitorianos, con la primera corrida de abono de la temporada en la que Diego Urdiales, César Jiménez y Leonardo Hernández lidiaron toros de Bañuelos.
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