'Stress test'
Muy pocos, si alguno, fueron capaces de predecir el alcance informativo que en la presente legislatura autonómica alcanzaría la cuestión de la reforma de nuestro sistema financiero. Y pese a la importancia que el tema tiene en la vida real de las familias y de las empresas gallegas, ayunas de financiación y en buena medida paganas de una crisis que encuentra una de sus causas en la crisis financiera, no deja de resultar sorprendente el hecho de que la fusión de las cajas, tema técnico donde los haya, atravesase una etapa en la que los comentarios periodísticos y a pie de calle parecían reproducir los habitualmente referidos a los enfrentamientos Celta-Depor. O que, superada aquella fase (salvo por algún alcalde nostálgico que pretende mantener encendida la llama del supuesto penalti no pitado que realmente nunca existió), en muchas conversaciones de cafetería se escuchen opiniones perfectamente intercambiables sobre las alineaciones de la selección española en el Mundial y la composición definitiva de los órganos de gobierno de la nueva caja gallega; o sobre las retribuciones de sus directivos y las primas negociadas por la Federación de Villar.
Podríamos plantearnos el camino inverso, trasladar las pruebas de la banca a ámbitos como el fútbol
De la misma forma que algunos ámbitos de debate público tradicionales (el fútbol) han permeado otros debates sociales (el financiero), ahora que el Banco de España ha tomado la inteligente decisión de hacer públicos los resultados de las pruebas de resistencia de los bancos y las cajas españolas, podríamos plantearnos el camino inverso, y trasladar las técnicas analíticas del supervisor del sistema financiero a otros ámbitos sociales. La técnica de los stress test ofrece, sin lugar a dudas, magníficas oportunidades. Como ya todos saben, dichas pruebas consisten en meter a bancos y cajas en un simulador que, como los de vuelo, somete a las naves a distintos escenarios para analizar su resistencia: desde el plácido vuelo a plena luz del día, sin viento, y con el aparato perfectamente operativo, hasta el vuelo nocturno en medio de una tormenta salvaje y con varios de los instrumentos de la nave inutilizados. Podríamos aplicarlo, en justa reciprocidad, al fútbol: ¿Sería capaz el Depor de afrontar un final de liga a un punto del descenso, jugando lejos de Riazor y con varios miembros de la plantilla lesionados? ¿Tiene el Celta posibilidades de ascender asumiendo que sus rivales alcanzarán el máximo nivel de rendimiento, y (lo que, desgraciadamente, es una simulación bastante real) con los árbitros en contra?
Y, por supuesto, a la política. Sería apasionante, por ejemplo, someter a una prueba de resistencia a un gobierno bipartito que, como el que tuvimos en la legislatura anterior, se enfrentase a un escenario de reducción del presupuesto cercano al 9%, que es el que la actual Xunta tendrá que abordar en el próximo ejercicio. Sabemos, desde luego, como se comportó el bipartito en el escenario más favorable. Un escenario caracterizado, en el ámbito presupuestario, por el incremento incesante de los recursos disponibles por encima de lo inicialmente presupuestado: el bipartito recibió, a mayores de la transferencia incluida anualmente en los presupuestos del Estado, y por el juego del diferimiento a dos años de las liquidaciones definitivas y el adelanto de los anticipos a cuenta, nada menos que 391 millones de euros en el 2006; 566 en el 2007; y 585 en el 2008. Total, 1.542 millones de euros; un útil lubricante para reforzar la estabilidad del bipartito, y que fueron destinados en su mayor parte (en torno al 80%) a consolidar nuevos gastos de personal, de esos que se quedan "pegados" al presupuesto y reducen el margen de maniobra de los gobiernos sucesivos. El nuevo escenario, sin duda más estresante, y condicionado por la perentoria necesidad de reducir el déficit de las administraciones públicas españolas, viene marcado por una reducción de más de 200 millones de euros sobre el presupuesto inicial de 2010, por la reducción significativa de las transferencias vinculadas a la participación en los ingresos del Estado, y por la necesidad de devolver, a mayores, 2.600 millones de euros de aquí al 2016.
Dados los posicionamientos de los grupos de la oposición, partidarios unos de cumplir con lo marcado por los socialistas desde Madrid, favorables otros a no respetar los marcos de estabilidad, cabe sospechar que no superarían el stress test. Justo al contrario de lo que ha ocurrido con nuestra caja (hay que empezar a acostumbrarse al singular). Sobre si Celta y Depor afrontan la próxima liga con garantías, en cambio, resulta más prudente, al menos hasta que se cierren las ventas y los fichajes, no opinar.
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