Cuidado con los aprobados raspados
No hay nada más importante ni urgente para la enferma economía española que recuperar el acceso a los mercados internacionales de capitales. Ahora, ni las empresas ni el sector financiero tienen acceso a la financiación exterior. Y sin capital exterior, una economía fuertemente endeudada como la española no puede sobrevivir. Las previsiones de crecimiento para los próximos años, ya en sí preocupantes (el Gobierno prevé desempleo por encima del 16% hasta 2013) no tienen en cuenta esta parálisis crediticia; de continuar, tendrían que ser empeoradas sustancialmente.
¿Por qué la parálisis? El problema es que nadie se fía de los riesgos que pueden estar escondidos en los balances de los bancos y cajas. Esto aumenta sustancialmente el precio de endeudarse y crea un problema de selección adversa: como en la broma de Groucho (que no querría ir a ningún club tan poco selectivo como para admitirle a él) nadie querría prestar a ningún banco o empresa dispuesta a endeudarse en condiciones tan duras. Y de ahí también, la solución propuesta: incrementar la transparencia a través de los tests de estrés, para ayudar al mercado a diferenciar a las entidades buenas de los malos. Así podrá empezar a circular la financiación a precios razonables hacia los buenos. La clave, por tanto, es separar los buenos de los malos, para permitir que los buenos se salven, y luego cerrar o recapitalizar los malos.
Las entidades con menos del 6,5% de solvencia deben recapitalizarse
Los tests de estrés que acaba de pasar el sistema financiero español han conseguido gran parte de este objetivo. Contrariamente a los de otros países de la zona euro los tests han sido serios, la cobertura general, los parámetros duros (el supuesto más negativo prevé que el sistema sufre impagos antes de provisiones del 20% del PIB), y han revelado mucha información. De esta manera, se ha establecido con claridad que no todas las cajas son el problema (ver BBK, con una capitalización elevadísima, del 14%, incluso en el caso más adverso), que los bancos grandes son sólidos, y que el sistema es viable. Al establecer que no todos son iguales, se ha dado al mercado la información necesaria para eliminar el problema de "selección adversa" que provocaba la congelación del mercado.
Lo que falla, de momento, es la segunda parte: establecer un camino para las entidades que han resultado ser vulnerables. Tras revelar la información -y establecer la solvencia del corazón del sistema (BBVA, Santander, La Caixa)-, los tests confirman que hay una serie de bancos y cajas descapitalizados y expuestos al desplome inmobiliario. No se trata solo de los cinco suspensos (los que han quedado por debajo del 6% de capital requerido), sino sobre todo de los aprobados raspados (menos del 6,5%), que ha habido varios. Quizás el más significativo sea la fusión liderada por Caja Madrid y Bancaja (con 6,3% en el escenario adverso), pero también están en el grupo el Banco Pastor, CajaSol, Caja3 (Caja Inmaculada, Badajoz y Círculo Católico de Burgos), Guipuzcoano y Pollença.
El regulador argumenta que el ejercicio de estrés era tan extremo que no hay que preocuparse. En realidad los tests, tras hacer duros supuestos de impagos, hacen supuestos bastante generosos por el lado de la cobertura y la evolución de los beneficios que permiten tapar los agujeros creados. Es necesario reconocer que, se hagan los cálculos como se hagan, estas entidades son vulnerables y deben ser recapitalizadas. De no hacerlo, se crea el riesgo de que estas entidades se conviertan en "zombis" que en vez de ejercer su papel de circular la financiación a la economía real, la extraen para sus propias necesidades, imposibilitando además el ajuste inmobiliario a base de no vender para no reconocer contablemente las pérdidas.
Para recapitalizar estas entidades, la solución preferible pasa por forzarlas a conseguir capital privado adicional. Esto puede suceder sin garantía estatal, como en el reciente caso de la entrada de JC Flowers en Banca Cívica o con garantía parcial sobre parte de las pérdidas, como en el caso de la adquisición de CajaSur por BBK. Se trata en cualquier caso de conseguir sanearlas sin hacer responsables a los contribuyentes de nada más que lo estrictamente necesario de las pérdidas incurridas por sus incompetentes gestores.
Las noticias son, en todo caso, buenas. En los últimos dos meses, por fin y después de muchas dilaciones incomprensibles, el Banco de España y el Gobierno han conseguido un notable impulso reformista que empieza a dar sus frutos. Queda terminar de sanear el sistema financiero; dar un empujón final con CiU en esta semana a una reforma laboral que se está quedando descafeinada; y no abandonar (y aquí la responsabilidad clave es del Partido Popular) el anunciado incremento de la edad de jubilación y reforma del sistema de cálculo de las pensiones. España se está alejando del precipicio. Pero si el impulso reformista desaparece, nos enfrentamos a años sin crecimiento y sin empleo.
Luis Garicano es profesor de Economía de la London School of Economics e Investigador de FEDEA.
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