Bueno pero feo
Si hubiese sido guapo y presumiese de ego, Vicente del Bosque seguiría en el Real Madrid. La suerte que hemos tenido es que es feo, habla de valores y no vende camisetas. Sin embargo, lo más real de este individuo es que, por si alguno no se ha enterado todavía, gana copas del mundo. ¡Una tontería de nada!
¡Necesitamos líderes! Muy bien, pues ahí tienen uno. Buena gente, discreto, técnicamente válido, creador de un clima laboral único, que obtiene resultados y, que según él, esos resultados son gracias a su gente. ¿Alguien quiere más?
Vivimos de admitir la estupidez. De rendirnos ante paradigmas que no solo son falsos sino que son dañinos. Aquí y ahora lo que hace falta es llenar nuestras empresas de gente muy fea pero efectiva y con dignidad. Líderes que se preocupan de lo suyo y de los suyos. Donde el reproche hacia quienes insultan y atropellan (léase en pasado y presente) no existe, porque lo importante para ellos es invertir tiempo en construir su proyecto y no en desarmar a descerebrados.
En el mundo de la empresa, como en algún club deportivo, importa más lo que no importa nada y así dejan huérfanos a valores que crean la verdadera riqueza. El problema es que, nosotros, los de la empresa, necesitamos "hinchas entusiasmados", "fans", "seguidores leales"... O sea, clientes que sientan la marca, que nos respeten por nuestro comportamiento, que admiren a nuestros directivos y a todas las personas que trabajan con nosotros, que puedan ponernos de ejemplo, que seamos un modelo a seguir...
Les aseguro que ni voy vestido con túnica naranja, ni estoy pasando por una fase espiritualoide que me hace percibir el universo a través de la bondad y la conjunción de los planetas. Para nada. Lo que pasa es que lo del otro día me hace sospechar que el éxito va a tener nuevas formas, y esas formas tienen más que ver con ese entrenador y esos jugadores que con las uñas de los pies pintadas de negro, los look totalmente cool, las portadas de las revistas del corazón, las prepotencias indignas y los tramposos retóricos que se creen dioses y son pordioseros.
Ser empresario, directivo o empleado de una empresa es una labor difícil y compleja que requiere de esfuerzo, sacrificio y disciplina, tres palabras que no están en los diccionarios naturales del ser humano y que encierran, en muchas ocasiones, frustración y abatimiento. Solo las grandes pasiones son capaces de vencer esas situaciones y salir airosas del trance. ¿Saben por qué? Porque solo las grandes pasiones proporcionan argumentos que justifican el esfuerzo, el sacrificio y la disciplina.
Del Bosque y sus chicos nos apasionaron desde valores que muchos compartimos y apreciamos. Ellos demostraron que el éxito está más cerca de los feos que de los cool.
Como decía Akio Morita, cofundador de Sony, a sus competidores, "dejen de quejarse y cópiennos". Pues eso.
Juan Mateo es presidente de la Factoría de Cine Empresarial.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.