Humor gallego ¿o no?

La Muchachada Nui de Rajoy estará exultante. En la taberna del Club Náutico de Sanxenxo le esperarán este verano para palmearle con fruición. Por su socarronería gallega, por su humor autóctono, por sus humoradas que calan como el orvallo. Ha contentado mucho a los suyos, sobre todo a esos que le rodean hace tiempo y no se atreven ni a una mueca de reprobación. Se le veía ayer a Rajoy contento, satisfecho, pleno, cheo incluso. Con ese rictus que se le pone en el gesto, cuando era más increpado por Zapatero o vociferado por la bancada socialista, de "digan lo que quieran que a mí me resbala". Como canta la Rianxeira: "Ondiñas veñen, ondiñas veñen e van".

Naturalmente que Rajoy no tenía por qué concretar ayer su alternativa de Gobierno, ni mañana ni tampoco nunca. Así seguramente también se pueden ganar elecciones, y también por incomparecencia. Pero no es frecuente. El peculiar talante de Rajoy le permite hacer la más rancia demagogia y mirar para adelante sin inmutarse, como cuando ayer recomendó al presidente que fuera a un comedor social como hizo él estas pasadas Navidades para fotografiarse. Porque la gran obsesión de Rajoy ayer, y seguramente desde hace tiempo, no es ganar un debate. Su preocupación es que Zapatero se vuelva a presentar en 2012 y le gane. No sería una derrota, sería una humillación. Y no tendría más remedio que irse, dejar la política. ¿O no? Por eso le exigió ayer por primera vez a Zapatero que disuelva las Cámaras y convoque elecciones anticipadas. Para deleite de sus pretorianos y preocupación de los más veteranos del PP. Por eso ataca personalmente a Zapatero como el gran mal de nuestra democracia ("No da más de sí") y le llama "tapón". Y dice sin rubor que lo peor de Zapatero es que es capaz de engañar a todos e incluso a sí mismo.