Elvis ya no celebra bodas en Reus
El alcalde excluye de las ceremonias al concejal que se inspiraba en el rey del rock
Se ajustaba las gafas sesenteras de tinte rojizo, manoseaba unas patillas pobladas hasta la mejilla y tras el "sí, quiero" desenfundaba su guitarra bermeja para aullar Love me tender hasta hacer retumbar medio edificio del Ayuntamiento de Reus (Baix Camp). Ya no. Ariel Santamaría, imitador de Elvis Presley a tiempo completo y el concejal más irreverente, inexplicable y probablemente más estrambótico de la política municipal española, ha sido excluido de los casamientos civiles que se celebran en la localidad.
Las bodas de Santamaría empequeñecían cualquier propuesta de enlace que pueda encontrarse en Las Vegas, aseguran algunos; para otros, suponían una grosería intolerable. Por motivos distintos que obedecen a un embrollado rifirrafe político, los casamientos de Elvis han quedado vetados por orden del alcalde de la localidad, el socialista Lluís Miquel Pérez. "Me siento muy apenado porque a la gente les hacía ilusión que les casara vestido de Elvis", lamenta Santamaría, de 43 años y único representante municipal del partido Coordinadora Reusense Independiente (Cori). El rey del rock catalán aterrizó en el Consistorio en 2007 con 1.831 votos (el 5% de los sufragios) y la obsesión de revolucionar la política local, ceremonias nupciales incluidas.
El primer edil ya no delega la celebración de bodas civiles
"Estoy apenado porque a la gente le hacía ilusión que les casara"
Las Vegas
"Santamaría nos ofrecía algo más auténtico que otras bodas", señaló un enojado pariente de Ricard Toledo, joven que ayer debía casarse por lo civil y había solicitado para ello los servicios del Elvis reusense. Le casó su antítesis: el alcalde Lluís Pérez, socialista, hombre formal de 54 años, sosegado, cerebral y ejemplo de buenas maneras. Pérez formalizó así su decisión de no delegar más bodas civiles en cualquier otro regidor, como había denunciado Santamaría el pasado jueves. La medida obedece a un enfrentamiento aparentemente personal con versiones dispares y siempre farragosas: un conflicto enconado entre Pérez y Santamaría que habría empezado con la aparición de varias fotos con el concejal desnudo y embriagado que alguien repartió en 2008.
Santamaría acusó a Pérez de promover la jugarreta para ridiculizarle mientras el entorno del alcalde, quien pidió disculpas de forma genérica, lo niega. El caso ha derivado en múltiples enfrentamientos de pequeño calado cuya última consecuencia ha sido el fin de las bodas de Elvis.
"Pérez me acusa de haber instigado una denuncia por acoso laboral que una trabajadora municipal ha interpuesto al Ayuntamiento, por lo que ya no me deja que celebre más bodas", protesta Santamaría. Fuentes de la alcaldía contraponen que el alcalde posee la potestad de delegar las bodas en sus concejales y que, simplemente, ha decidido no hacerlo. "La medida afecta también a otros regidores", aseguran para desvincular el fenómeno de un enfrentamiento particular.
El veto, sin embargo, se notificó por vez primera semanas atrás a una pareja que pidió que les casara Santamaría. "Nos dijeron que las bodas solo las celebraba el alcalde", recuerda esa pareja con resignación. "Soy el más solicitado para hacer bodas. Les atrae mi frescura, es como ir a Las Vegas pero sin gastarse tanto dinero", dice Santamaría, quizá sin exagerar. La popularidad de este concejal inverosímil, aunque reducida a una minoría, suele quedar patente en la ciudad. Fuentes del Consistorio admiten que sus ceremonias habían cobrado fama y se encontraba entre los concejales más demandados entre los novios.
"Incluso venía a casarse gente de Barcelona que había oído hablar de Santamaría", señalan. Los novios frustrados de ayer, por ejemplo, han pedido a Santamaría que actúe en el banquete previsto para hoy, al que acudirá como invitado. El resto de los obsesionados por Las Vegas deberán esperar a que el concejal trame una alternativa. "Nadie puede prohibirme que espere a los novios a la salida para cantarles dos o tres cancioncillas", especulaba ayer entre varias opciones y con una sola certeza. "Vestido de Elvis, claro".
Ariel Santamaría afirma sentirse tan cómodo encaramándose a una mesa con la corbata anudada en la frente como en un pleno municipal. En ambas situaciones, subrayan sus detractores, se comporta de forma similar. El concejal, habitual de las madrugadas de juerga de Reus, se ha mostrado tan irreverente como molesto para la clase política tradicional. Su programa electoral, con propuestas como instalar follódromos por la ciudad o acuñar el cargo de Robocop del barrio para mejorar la seguridad, levantó sobradas sonrisas entre la clase política local. Pero Santamaría adereza ese desaguisado con un aire de responsabilidad que en ocasiones evidencia el obstinado inmovilismo de sus rivales políticos. Su última victoria en este sentido fue el acceso el pasado marzo al cargo de consejero de Innova, grupo de empresas municipales de Reus, al que tenía derecho como concejal. El PSC y ERC bloquearon su nombramiento durante tres años.
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