Regalos de orejas

Una tarde de rejoneo completamente insulsa, pese al regalo de orejas, excepto la labor practicada por Pablo Hermoso de Mendoza a su primero. Inició en ese toro su turno con un Chenel toreando de verdad, quebrando, toreando hasta con el rabo del caballo. Luego con Ícaro puso vibración porque acercaba los belfos a la cara del toro. Parecían dos rivales de dos bandas peligrosas mirándose a los ojos. Espectacular visión animalística.

Fermín Bohórquez hizo un rejoneo vetusto e insulso a su primero. En su segundo las dos orejas se las regalaron por matar bien y por un bellísimo caballo negro, de hermosísima arquitectura. Un caballo de pasarela. Un caballo que parecía recién salido de una mina de azúcar.

De la tarde solo se salvó Pablo Hermoso de Mendoza en su primera faena

Sergio Galán se llevó tres orejas, una en su primero, frente a un toro moribundo, y las dos del último de la tarde, un borrego sin fuerza, merced a un rejoneo rápido, efectista, comercialero, con muchos aspavientos, etcétera (ese etcétera lo pone un público facilón, mermeladoso).

Hermoso de Mendoza a su segundo no pudo hacerle nada porque el toro no valía. Pero además mató rematadamente mal, cosa impropia en un rejoneador como él. Como es impropio que una figura de la talla suya procure no enfrentarse a dos rejoneadores de mucha talla, como son en este momento sin ninguna duda Leonardo Hernández y Diego Ventura.

En Pamplona, como en otras plazas, Hermoso de Mendoza ha optado por elegir el camino de la comodidad. Alternar con dos rejoneadores que no le hagan sombra, que no le achuchen y así él puede destacar de manera brillantísima ante un público entregado a más no poder. Decir Pablo de Mendoza y Pamplona es decir el matrimonio perfecto. Público y rejoneador se aman desde hace muchos años... hasta que la muerte los separe.

Como otras veces, mal comienza la Feria de Pamplona con tanta profusión de orejas sin ton ni son. Ya sé que el rejoneo es distinto al toreo de a pie, sin embargo a efectos de trofeos da la impresión que la tarde de ayer quiere marcar lo que Pamplona va a ser desde hoy día 7 hasta el 14 de julio. Un público que desea encontrar la satisfacción de dar orejas porque de ese modo cree que se están divirtiendo más. Y hay que decirlo una y muchas veces más y todas las veces que haga falta: cuantas más orejas se regalen los toreros se acostumbran a dar menos de lo que debieran. Ojo al parche: cuidadito con ese flamear de pañuelos agitándolos con demasiada donosura y poca cabeza.