Estados Unidos frena la ofensiva contra los talibanes en Kandahar
La Alianza intenta ganar tiempo para que se despliegue un regimiento afgano
La anunciada ofensiva militar en la provincia de Kandahar, cuna y feudo de los talibanes, tardará más de lo previsto en ponerse en marcha, y en consecuencia para finales de año no será posible confirmar que ha sido decisiva para derrotar a los integristas. "Creo que podremos saber si se avanza", declaró ayer en Bruselas el general Stanley McChrystal, jefe de las tropas aliadas en Afganistán, quien añadió: "No sé si podremos saber si es decisiva". El reconocimiento de la fragilidad de la operación se produce al mismo tiempo que Robert Gates, jefe del Pentágono, alerta sobre la reacción de las opiniones públicas de los países aliados: "No tolerarán la impresión de que hay un estancamiento en el que estamos perdiendo a nuestros jóvenes". Y todo ello agravado por la crisis económica y las quejas populares por los gastos en Afganistán al tiempo que la Alianza se plantea ahorros y recortes.
McChrystal admite que la situación es más compleja de lo esperado
Los ministros de Defensa aliados -reunidos ayer y hoy en Bruselas para discutir sobre Afganistán y la adaptación a la crisis económica- se vieron eclipsados por un McChrystal que sorprendió con unas declaraciones sobre la situación real en el campo de operaciones afgano que van más allá de la moderada autogratificación a que se entregan algunos responsables en la sede central de la Alianza.
El hecho es que la Operación Unidos, lanzada en febrero en Marjah, un distrito de la provincia de Helmand, no ha resultado tan lineal como se había planificado. "Es más complejo de lo que pensábamos y tenemos que analizar las lecciones aprendidas y hacerlo mejor en Kandahar", confesó el general. "Queremos que los afganos lo entiendan y que nos empujen a actuar en vez de pensar que se les está obligando a pasar por algo que no quieren".
Para Kandahar, tercera ciudad del país, el cuartel general de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF) había programado una operación de dos meses, desde ahora hasta el comienzo del Ramadán, alrededor del 11 de agosto. "Creo que empezará más despacio de lo previsto", adelantó el general. "Es más importante hacerlo bien que hacerlo con rapidez".
El miércoles, uno de sus adjuntos, Ben Hodges, había revelado que en algunas áreas la ofensiva se retrasará dos o tres meses, en principio para dar tiempo a la llegada y despliegue en la zona de un regimiento de soldados afganos llamado a ocupar el terreno una vez limpiado de talibanes.
En consecuencia, los resultados positivos sobre la operación en Kandahar que se esperaba anunciar en torno a septiembre quedan pospuestos a fin de año, y reducidos a una simple valoración de si se está avanzando.
Preguntado Anders Fogh Rasmussen por este reajuste, el secretario general aliado reiteró la validez de la estrategia y aseguró que se están realizando avances. "Hay noticia de intensos combates y no es sorprendente", dijo. "Estamos ampliando las operaciones y eso supone más combates y más bajas. Los próximos meses serán duros porque estamos atacando el núcleo talibán en Helmand y Kandahar".
La dureza de los enfrentamientos y el incremento de caídos indica que los talibanes están resistiendo con vigor la ofensiva. En una semana han muerto una veintena de soldados aliados, cinco de ellos al estallar una bomba colocada en un camino y cuatro al ser derribado un helicóptero, con los que ya son más de 250 los caídos en combates en 2010, el doble que el año pasado por estas fechas.
A la complejidad táctica y estratégica se suma la política que introduce el presidente Hamid Karzai, cuyas relaciones con la Casa Blanca están marcadas por el recelo mutuo. El diario The Guardian informaba ayer de que el dimisionario jefe de la Dirección Nacional de Seguridad afgana, Amrullah Saleh, ha comentado que Karzai "ha perdido su confianza en la capacidad de la coalición" para derrotar a los talibanes.
Karzai fue el primer presidente en ser recibido por David Cameron en mayo en su calidad de primer ministro británico. Cameron visitó ayer por sorpresa Kabul, donde Reino Unido tiene 9.500 soldados. En conferencia de prensa conjunta, Cameron aseguró que "la cuestión de enviar más soldados
a Afganistán no se plantea ni remotamente".
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