Renovables y baja demanda acosan al sector del gas
Industria sostiene que existe un exceso "temporal" de capacidad
En la década de los noventa el crecimiento económico reventó las costuras del país y el gas natural se convirtió en una solución. España, dependiente de las importaciones para cubrir sus necesidades energéticas, apostó con éxito por atender la nueva demanda eléctrica con un hidrocarburo relativamente fácil de conseguir y de transportar y de gran eficiencia. Pero la crisis y la competencia creciente de las renovables han revelado que el sector puede pagar haber invertido en exceso.
La apuesta, a la que se han dedicado por las empresas 10.800 millones de inversión desde 2000, se ha concretado en un total de 55 centrales de gas (ciclos combinados), 22.000 megavatios de potencia instalados y seis plantas de regasificación (Barcelona, Huelva, Cartagena, Bilbao, Sagunto y Mugardos) en las que descargan los metaneros que transportan gas licuado (Gas Natural Licuado, GNL). Es un sistema de aprovisionamiento fuerte (contratos con 11 países), flexible y seguro. España cuenta con más del 50% de la capacidad de regasificación de Europa. Hasta aquí la cara del sistema. La cruz: la escasa capacidad de almacenamiento y de conexiones con Europa. Solo existen tres yacimientos subterráneos, Serrablo, Gaviota y Marismas, que cubren las necesidades para 21 días si están llenos.
Ese sistema de aprovisionamiento potente y fiable, el único que ha crecido en los últimos 25 años junto con las renovables, se ha estremecido en los últimos dos ejercicios por la crisis, la caída de la demanda y el auge de las energías limpias. Estas, especialmente en el último ejercicio, han desplazado al gas de su lugar como vedette del sistema. En 2009, según los datos más actualizados de la asociación Sedigas, la demanda de gas natural en España cayó un 10,5%, justo cuando la generación eléctrica con agua creció un 11,% y con viento un 15,6%.
Las alarmas saltaron. El consejero delegado de Gas Natural Fenosa, Rafael Villaseca fue de los primeros en advertir de los riesgos para el sector. Y no tuvo dudas al señalar quién estaba generando problemas para el gas y por extensión, para el sector eléctrico: las energías renovables y en especial, tecnologías recién nacidas como la solar fotovoltaica. No solo salen al país por un ojo de la cara (las primas al régimen especial, incluida la cogeneración con gas, rondaron los 6.000 millones en 2009), vino a decir Villaseca, sino que comprometen el desarrollo de tecnologías maduras. Porque las centrales de gas han funcionado en el último año en torno al 30% de las horas previstas.
Como la situación se puede prolongar, el sector del gas reclama al Gobierno que asegure la rentabilidad de las inversiones. El presidente de la Asociación Española del Gas (Sedigas), Antoni Peris, defiende que las centrales que funcionan con gas y que en 2009 generaron el 29% de la electricidad, cobren "por estar de guardia" en lugar de por horas de funcionamiento. El argumento de Peris se apoya en un hecho cierto: las llamadas energías limpias no están disponibles de manera continua. Por ello, es necesario que otras tecnologías, como el gas, actúen como "bomberos". En ese contexto, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, recordó a las empresas que invertir conlleva riesgos. Entre ellos, insinuó, el de excederse en la apuesta ya que, según recordó la potencia instalada es de 22.000 megavatios cuando en 2002 se preveían para este año 9.000 megavatios. Se trata, dijo el ministro, de un "exceso temporal de capacidad" compatible con el reconocimiento del papel que desempeña el sector como "elemento decisivo en el mix energético".
El sector recuerda, no obstante, que la Planificación Energética 2008-2016 cifra en 32.000 los megavatios de ciclos al final del periodo. Frente a los apuros, optimismo. El presidente de Enagas (la gestora de infraestructuras del gas), Antonio Llardén destaca que la demanda crece y el sector seguirá siendo columna "del templo de Salomón" energético.
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