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El mayor plan de ajuste de la democracia

El empresariado catalán alaba a CiU ante Rajoy

El presidente popular ataca a Mas por "prolongar la agonía" de Zapatero

Mariano Rajoy tuvo ayer la mala pata de tener que foguearse con lo más granado del empresariado catalán apenas transcurridas veinticuatro horas desde que la economía española, y sobre todo el Gobierno, salvaran el cuello con la aprobación, por los pelos, de su plan antidéficit.

Fue mala pata porque el fogueo era con los invitados del Círculo de Economía, y en este influyente foro empresarial y académico, amante de los pactos suprapartidistas en los momentos esenciales y alérgico al catastrofismo como filosofía de oposición, había sido celebrado "el sentido de Estado" que el presidente de Convergència i Unió (CiU), Artur Mas, se encargó de airear. Con su abstención, los nacionalistas permitieron que el tijeretazo forzoso de Zapatero permaneciera con vida, en un contexto de dura presión internacional por las dudas de los mercados sobre la capacidad de España para hacer frente a sus compromisos de deuda.

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Ya en la presentación de Rajoy, el presidente del Círculo, Salvador Alemany, abrió fuego al recordar al líder del PP hasta qué punto la institución viene pidiendo un gran acuerdo político ante una crisis mayúscula. "Este comentario no es una imputación. No es crítica, pero sí es crónica", dijo Alemany. A los empresarios, añadió, "nos gustaría conocer los escenarios del PP a través de las actuaciones del PP". Trama Pretoria aparte, los asistentes a la cita de Sitges no han hecho más que pedir durante dos días un "guión creíble y entendible", una hoja de ruta para salir de la crisis. Y lo mismo que se lo reclaman a Zapatero "sin más confusión ni preanuncios a medias", del primer partido de la oposición esperan que hagan de ese guión "un relato compartido".

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Tal vez por razón de auditorio, Rajoy mostró entonces una cara más dulce de la que suele gastar, sin negar, claro, la mayor: Zapatero debe marcharse porque su Gobierno está "amortizado" y "no puede liderar el cambio que España necesita". Así, hubo proclamas sobre su "esperanza en el futuro", sobre las excelencias de las empresas españolas, sobre el potencial de la economía, sobre "el espacio de prosperidad" construido por los españoles, sobre la mejora del déficit exterior y sobre la fiesta por el mayor ahorro: un Rajoy desconocido que llegó a afirmar que este país puede "salir reforzado de la crisis". Pero en seguida, el presidente de PP tuvo que justificar su voto contra el plan de recortes.

En el turno de preguntas, la cosa fue a peor. Primero, porque una de ellas directamente le planteó que por qué no practica la oposición constructiva. Y segundo, porque le fue mentado el "sentido de Estado" de CiU, en contraposición al suyo. Y ahí Mariano Rajoy se desmelenó: puso a CiU en la picota ante un público con fuertes vínculos con la derecha moderada nacionalista.

"Hemos pasado de la política de gasto a la política de recortes, pero todavía no se ha emprendido la política de reformas, la que busca una mayor eficiencia y productividad en el conjunto de Administraciones públicas", ofreció como explicación de su no a un plan lleno de medidas "desesperadas, improvisadas y que al final se han hecho recaer en la parte más débil de la sociedad". Sobre gravar más a las rentas más altas -noticia avanzada sin concreción por el Ejecutivo, y rematada ya en Cataluña a través del tramo autonómico del IRPF- no hubo mención. CiU ha contribuido a "prolongar la agonía" de Zapatero. "¿Es eso sentido de Estado?", le espetó a los empresarios. Rajoy reconoció que carece de apoyos para ganar una moción de censura y que por ello no da el paso, pero precisamente por ello lamentó más de dos y tres veces que CiU "dejara perder la ocasión" del jueves, con la votación en el Congreso de los Diputados. También se metió con Mas por haber dicho que, sin el plan aprobado, "en unos días" España hubiera acabado como Grecia: "Esto es muy serio, y además no es cierto".

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