El Gobierno busca más ingresos en el sistema portuario
La ley deja la carga en manos de sociedades mercantiles
Dentro de las reforma estructurales que llevan años reclamando los empresarios figura la liberalización de los puertos y su potencial negocio. Y es que los puertos de titularidad estatal mueven ni más ni menos que el 85% de las importaciones españolas y el 50% de las exportaciones, da trabajo de forma directa a más de 35.000 personas y su actividad representa el 1,1% del producto interior bruto (PIB) español.
Esta semana, el Congreso de los Diputados ha sacado adelante con el apoyo del PSOE y del PP el dictamen del proyecto de ley de servicios portuarios, que da una vuelta al sistema: liberaliza los servicios de carga y descarga y flexibiliza -aunque de forma limitada- las tarifas.
El dogma que aseguran haber asumido las administraciones en este periodo de estrecheces presupuestarias es la búsqueda de la eficiencia. Y la nueva ley de Puertos, que se debe tramitar ahora en el Senado, se atreve a incorporar el compromiso económico de alcanzar una rentabilidad anual del 2,5% para todo el sistema portuario y deben contribuir a ellos todas las autoridades portuarias, explica el Ministerio de Fomento.
Este proceso ha afrontado todo un reguero de huelgas y protestas de los estibadores, aunque los socialistas se hayan comprometido al mantenimiento del empleo. El modelo de gestión de la estiba será único y articulado a través de sociedades mercantiles privadas, pero con capacidad de supervisión de las Autoridades Portuarias para evitar distorsiones en el funcionamiento y competencia leal.
La ley también mantiene una estructura única para las tasas portuarias con bonificaciones regladas y un coeficiente corrector para cada puerto. El ministro de Fomento, José Blanco, lo ha traducido como un paso apara que los puertos sean "más competitivos para la iniciativa privada" y "más competitivos en una economía global".
Sin embargo, la normativa ha disgustado a los partidos nacionalistas, que, con menos ruido que en la batalla por la gestión de los aeropuertos, acusan a los partidos mayoritarios de mantener un modelo centralista de gestión.
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