Un golpe de timón fiscal en tres años
Nada refleja mejor el cambio de discurso del Gobierno que su política fiscal. Cuando llegó al poder en 2004, el Ejecutivo socialista se puso a trabajar en una reforma fiscal que favoreciera a las rentas medias. El espíritu que presidió ese proceso derivaba de una frase que acuñó el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y que lleva tiempo pasándole factura: "Bajar los impuestos es de izquierdas".
Con esa máxima, el Ejecutivo redujo en 2007 los dos grandes tributos directos, el IRPF y, por primera vez en la historia, el de sociedades (grava los beneficios empresariales). La estructura más visible de la reforma del IRPF casaba mal con la idea de favorecer a las clases medias, pues se bajó el tipo máximo del 45% al 43%. A cambio se subió el mínimo del 15% al 24%, aunque con una ampliación de las cantidades exentas que en la práctica suponía rebajas para todos.
A esas leyes, gestadas en época de bonanza, se les sumó en 2008, cuando la crisis ya asomaba, la rebaja de 400 euros en el IRPF, el cheque-bebé y el fin del impuesto de patrimonio.
En muy poco tiempo, el Ejecutivo ha tenido que dar un giro de timón para combatir la falta de ingresos: hace casi un año comenzó la subida de impuestos, con tabaco y gasolinas; este año le han seguido la eliminación de los 400 euros, la subida de los tipos sobre el ahorro y el incremento del IVA, que entra en vigor en julio. En 2011 se pondrá fin a los 2.500 euros, a la deducción parcial por vivienda y, previsiblemente, se gravará más "a los que más tienen".
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