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Pugna por liderar el islam catalán

Asociaciones de musulmanes intentan desbancar como interlocutor con la Generalitat al Consejo Islámico, que se reinventa para atajar las críticas

El islam catalán anda revuelto. Las asociaciones de musulmanes pugnan entre sí por erigirse como representantes hegemónicos de un colectivo integrado por más de 250.000 personas. El Consejo Islámico de Cataluña, que hasta la fecha ha sido el interlocutor preferente de la Generalitat -y el destinatario de casi todas las subvenciones-, ha visto mermada su credibilidad en los últimos años. Decenas de entidades afirman no sentirse representadas por una asociación que, mientras tanto, ha decidido reinventarse y hoy presentará en público la nueva Federación Islámica de Cataluña.

"Todo está cambiando. España ha propuesto una reorganización del islam y todos deben adaptarse a las circunstancias", explica el sociólogo Jordi Moreras, que analiza el islam en Cataluña. En época de CiU, la Generalitat impulsó el Consejo Islámico con el objetivo de que se convirtiera en un puente entre la Administración y los musulmanes. Los expertos coinciden en que aquella idea ha fracasado y subrayan que la entidad ha acabado convirtiéndose en una suerte de "club de marroquíes" que no refleja la pluralidad del islam en Cataluña; aunque los magrebíes son mayoría, también hay paquistaníes, subsaharianos e incluso una minoría de conversos.

"El Consejo Islámico siempre ha dicho que controla 60 mezquitas y que cuenta con numerosas adhesiones, pero nunca lo ha demostrado", denuncia Abdennur Prado, presidente de la Junta Islámica de Cataluña, que reúne precisamente a catalanes convertidos al islam. A juicio de Abdennur, la "refundación" de la entidad "deja en evidencia a la Generalitat, que ha estado subvencionando algo que no era más que una entidad".

El portavoz del Consejo Islámico, Mohammed Halhoul, afirma que la recién creada federación agrupará a una treintena de entidades, que estará abierta a nuevas incorporaciones y que su objetivo es atender mejor a la comunidad. Otros representantes de los musulmanes -que, por cierto, desconocían la iniciativa- ven en esta federación un intento de la asociación de lavar su imagen y sospechan que Halhoul y los suyos seguirán controlando la nueva estructura."No sabía nada de esto. Es típico del Consejo Islámico: hacer las cosas sin consultar", afirma Mimoun Jalich, uno de los fieles que en su día decidieron apartarse de la entidad dominada por los hermanos Halhoul y buscar su camino. Este grupo de escindidos creó la Unión de Centros Islámicos de Cataluña, de la que Jalich es secretario general. La entidad recorre ciudades y organiza actos y conferencias en busca de adhesiones.

"Mucha gente está harta del Consejo Islámico. Nosotros no vamos a cometer los errores del pasado. Creemos que es un error nacionalizar una entidad [en alusión a la hegemonía de los marroquíes]. Hay muchas ideologías y formas de pensar, y hay que estar abierto a todas las sensibilidades", sostiene Jalich, que pone el acento en la necesidad de que las asociaciones sean "transparentes". En especial, con las subvenciones. "Todos tienen derecho a saber qué se hace con el dinero público". La Generalitat defiende que, en ese terreno, el Consejo Islámico lo ha justificado todo debidamente y que las subvenciones se otorgan a quien las solicita y cumple los requisitos.

En el abigarrado mapa del islam no sólo aparecen los cuestionados miembros del Consejo y los rebeldes de la Unión. La rama catalana de Ucide (considerada la plataforma mayoritaria en España) y entidades como la Junta Islámica (conversos) y la Asociación Camino de la Paz (que reúne a buena parte de los paquistaníes) también mantienen la lucha por reivindicar su cuota de representatividad y menguar la hegemonía del Consejo Islámico.

La fragmentación de las entidades dificulta, en la práctica, el diálogo con la comunidad. "Para cualquier administración, un único órgano representativo lo hace todo más fácil. Pero no debemos inmiscuirnos en las comunidades y, además, el islam no es jerárquico", subraya la directora general de Asuntos Religiosos de la Generalitat, Montserrat Coll.

Coll insiste en que el Consejo Islámico "no es el único interlocutor" del Gobierno, aunque lo cierto es que ha disfrutado de posición preferente. El estallido de diversos conflictos, sin embargo, ha distanciado a la entidad de parte de la comunidad y también de uno de sus valedores, el diputado del PSC Mohamed Chaib. Según diversas fuentes, la separación se produjo tras las detenciones de islamistas practicadas en el Raval en enero de 2009. La Generalitat exigió la dimisión del presidente del Consejo Islámico, Lahcen Saaou (que pertenece a la corriente tabligh, igual que los arrestados). Halhoul se opuso y buscó el apoyo de Chaib. No lo encontró. El divorcio llegó cuando, ese mismo año, se supo que El Consejo había creado una entidad comercial para organizar viajes de peregrinación a La Meca.

AUMENTAN LOS CENTROS DE CULTO EN CATALUÑA

La Generalitat hizo público ayer el mapa de centros de culto de 2010, que se actualiza cada tres años y que en esta ocasión confirma el incremento que los centros religiosos experimentan desde 2004. En Cataluña ya hay 7.851 locales de culto, el 85% católicos. Del resto de las religiones, destaca el crecimiento de la Iglesia evangélica y el islam.

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