La batalla por el motor de Alemania
Los socialdemócratas luchan por reconquistar su feudo industrial renano - Merkel teme perder el control de la Cámara alta en las regionales de mañana
Bajo las nubes cerradas, rodeado de hormigón y de asfalto mojados por la lluvia, quien paseara ayer por la gran región industrial del Ruhr podía sentirse a años luz del Mediterráneo. Sin embargo, las portadas de los diarios, las televisiones y las radios hablaban de Grecia.
También los políticos que pelean por las elecciones del domingo en Renania del Norte-Westfalia. Pero no con igual intensidad. Mientras Angela Merkel (CDU) canceló ayer la cita con los simpatizantes democristianos en Düsseldorf, el presidente y el jefe parlamentario del socialdemócrata SPD, Sigmar Gabriel y Frank-Walter Steinmeier, arroparon con sendos discursos a Hannelore Kraft en su ciudad natal. Ella encarna las esperanzas de que el partido comience a salir de su larga crisis, reconquistando mañana su feudo industrial renano.
Renania del Norte-Westfalia genera el 23% del PIB alemán
Tras 39 años de arrolladoras mayorías del SPD, el democristiano Jürgen Rüttgers logró en 2005 formar un Gobierno regional con los liberales del FDP en Düsseldorf. Aquella victoria causó un terremoto federal que llevó al entonces canciller Gerhard Schröder (SPD) a convocar las elecciones que ganaría Merkel unos meses más tarde. Mañana, la canciller podría perder con el Gobierno renano su mayoría en la Cámara alta (Bundesrat) y acusaría uno de los golpes más duros de su carrera.
Merkel tuvo que viajar ayer a la reunión urgente sobre Grecia en Bruselas, donde seguramente no escuchó muchos halagos a las ayudas millonarias aprobadas por el Parlamento alemán. Muchos dirigentes europeos le reprochan en silencio haber agravado la crisis helena aplazando su resolución por cálculos electoralistas.
Los dirigentes socialdemócratas parecían estar ayer en plena forma. La acostumbrada soltura de Gabriel encajó bien con el público renano, que tomaba cervezas y comía salchichas. Steinmeier, por su parte, está descubriendo de un tiempo a esta parte su gusto por la tribuna pública. Hubo grandes aplausos y cierta euforia.
Kraft nació en el barrio de Dümten, la frontera entre Mülheim y Oberhausen, dos grandes ciudades separadas sólo por rótulos. Las casas son bajas y grises, pero el verde de los parques y de los muchos árboles brillaba ayer con la lluvia componiendo una escena idílica de paz social en el corazón del modelo renano de capitalismo. "Este es un barrio obrero", certificaba la señora Jensen frente al colegio electoral donde "sin duda" votará al SPD el domingo. Su esposo no llevaba puesto el audífono, así que el obrero metalúrgico jubilado se limitaba a sonreír mientras ella explicaba sus simpatías socialdemócratas. Más abajo, en dirección al centro urbano, el conductor del tranvía expulsaba a tres colegiales por haber bloqueado la puerta. Prefirieron no desobedecer pese a las llamadas de sus amigos: "yallah, subid que ya se ha ido".
Consciente de que el proletario del Ruhr es un estereotipo entre los alemanes, Kraft hace una virtud de su origen y tira de su acento a conveniencia. Nadie daba mucho por ella hace seis meses, así que tras su ascenso el semanario Stern la llama "la Merkel del SPD". Las últimas encuestas dan un empate entre CDU y SPD, que en ese caso podría gobernar junto a los Verdes.
Por población (18 millones), Renania del Norte-Westfalia sería el séptimo de los 27 países de la Unión Europea. Su PIB superó en 2009 el medio billón de euros -la mitad que el español- y supuso el 23% del total del país. Los alemanes llaman Olla del Ruhr (Ruhrpott) a las ciudades industriales de la cuenca final del río, como Mülheim. Sumado a Colonia y a otras localidades menores, el Ruhrpott conforma la segunda región metropolitana de Europa, con una población de más de 10 millones.
La pasión por el fútbol -por el Borussia, el Schalke, el Duisburg-, la tradición minera e industrial y el dialecto regional distinguen a sus habitantes. En las últimas décadas se ha disparado la proporción de extranjeros. Pese al comodín griego, la no tan avezada retórica de Kraft se centró ayer en la educación y la sanidad, asuntos que suelen ser decisivos en las elecciones regionales alemanas.
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