Canciones para explicar un mundo
Como en los conciertos de siempre, hubo un intermedio para el descanso y el comentario. Como en los conciertos marcados por la solemnidad, el silencio sólo se rompía con los aplausos. Como en los conciertos con mucha miga, nada estuvo destinado al olvido y todo tuvo sentido. Nada de extrañar, era Randy Newman quien cerraba una deuda con España, país en el que no había actuado jamás. El festival Blues & Ritmes de Badalona se llevó el gato al agua y en una noche lluviosa, en el interior del teatro Zorrilla, llovió música a raudales y los asistentes acabaron felizmente empapados.
Con Randy Newman ocurre algo que sólo pasa con los grandes intérpretes que hunden sus raíces en la tradición, en la música popular de su entorno. Eso es exactamente Randy Newman, un artista que hace de esa tradición un magma viscoso que sirve en pequeñas cucharadas. El resultado más inmediato es que incluso quien no haya escuchado jamás su música tiene con ella un extraño sentimiento de familiaridad. Esa cercanía, ese conocimiento casi innato de la música de Newman, marcó su excelente demostración de clase en un concierto impecable.
RANDY NEWMAN
Festival Blues & Ritmes. Teatro Zorrilla. Badalona, 4 de mayo.
Incluso quien no haya escuchado antes su música la siente familiar
Salió Randy de oscuro, color sólo contrastado por un cabello níveo que ha perdido los rizos de juventud pero ha mantenido personalidad. En una primera muestra de ironía, Randy abrió con It's money that I love, pieza que dijo que trata de algo muy espiritual... como el dinero. Siguió con Mama told me not to come, y con Living without you entró en el primer remanso del concierto. Voz encanecida pero firme y la sola pero preciosista ayuda de un piano fueron las armas con las que Randy comenzó a tejer un cuento sin fin, una consecución de historias de pérdidas y hallazgos, de amores y ausencias, de frustraciones y esperanzas presentadas con la distancia y el humor de quien, pese a todo, incluso a su ironía, no se siente a salvo de nada. Él también es una víctima, aunque no recuerde si Miss you, tocada ya en la segunda mitad, se la inspiró su primera o su segunda mujer.
El público no se dejó llevar por el aplauso blando. Sólo cuando percibía las notas iniciales de piezas como Short people, Sail away o Political science -una visión del mundo para el sonrojo- se rompía un silencio marcado por la veneración. Pero es que al margen de esta, en composiciones como Real emotional girl las notas parecían tocadas para mantenerse ingrávidas sobre el silencio, sólo estremecido por el siguiente ataque al teclado, por la siguiente palabra.
Y fueron decenas de canciones las que sonaron, hermosuras como Losing you o Feels like home, polvos de pimienta como Dixie flyer, fragmentos de humor autoparódico como I'm dead (But I don't know it) y tantas y tantas más. Canciones que son blues y jazz, swing y pop, canciones que son Nueva Orleans y Los Ángeles bajo el sol, canciones que son historia y tradición, canciones que han brotado con el cine, que han acompañado a la televisión. Fue, de verdad, música familiar y bonita, la música de la tradición. Dulce y antigua.
Babelia
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