Los Max coronan a 'Urtain' y se preguntan: crisis, ¿qué crisis?
Animalario arrasa en los premios del teatro español, mientras la profesión explica las claves del éxito de público
Crisis, ¿qué crisis?, se preguntaba ayer la familia del teatro español, en su gran noche: la noche de los premios Max. Una noche en la que el tifón Urtain arrasó con todo, o con casi todo: nueve premios conquistados de entre 12 candidaturas, incluido -cosa que nadie se había atrevido a poner en duda- el que corona a Roberto Álamo como mejor actor escénico de la temporada. Y nadie se había atrevido a ponerlo en duda, entre otras cosas, porque ese y todos los demás premios de la velada ya eran conocidos antes de empezar esa misma velada. Y todo, gracias a una pifia de campeonato por parte de la SGAE que adelantó el palmarés completo a tres horas antes de la gala (ver información de abajo).
"El cine lo da todo masticado; el teatro exige complicidad", dice Juan Mayorga
Lo cierto es que, a juzgar por las actuales cifras de asistencia y recaudación, pocas veces había gozado de mejor salud este sector de la cultura. Tanto los que se fueron anoche a casa con un Max bajo el brazo como los que esperan para mejor ocasión saben que la crisis les afecta tan sólo cuando las diferentes administraciones les pagan con retrasos -a veces indignantes- pero que el público acude masivamente a ver sus espectáculos, desde las superproducciones más sofisticadas o de vocación comercial hasta las propuestas más sencillas de las pequeñas salas alternativas.
"En España la gente no ha dejado nunca de ir al teatro", sostiene Concha Velasco, quien desde hace décadas está acostumbrada, eso sí, a colgar el cartel de "no hay entradas", lo que ha vuelto a poner de manifiesto con su celebrado trabajo en La vida por delante. La actriz, que pide perdón por la posible vanidad, admite que puede influir el hecho de que haya cines que se están convirtiendo en teatros, "Lo que hay que tener claro es que siempre ha ido bien lo que gusta, y lo que no gusta, pues no, y en esta época tenemos una oferta maravillosa en la cartelera, pero también había joyas en otros momentos, como los marsillachs de los 70 y 80".
En similares términos se expresa el director Mario Gas, que lidera el equipo del Teatro Español de Madrid, cuando se le pregunta por qué el público ha vuelto al teatro: "¿Pero se fue alguna vez? A lo mejor sólo fue a darse un paseo, pero siempre vuelve".
Por su parte, Carmen Machi pide disculpas por acudir a un topicazo, pero piensa que algo de verdad hay en él: "Este es el único arte que no se puede bajar de Internet y cada vez se quiere respirar más lo que es de carne y hueso, algo que ocurre con las energías en vivo, no hay más que ver los concierto de rock". Machi piensa que una de las muchas influencias ha podido llegar por el hecho de que en televisión hay ahora gente de teatro muy formada que es posible que arrastre al público a las salas.
"El público nunca es tonto, es el menos tonto de todos", apunta la actriz delante de uno de sus dramaturgos de cabecera, Juan Mayorga, quien por cierto está siendo representado en estos momentos en países como Brasil, Australia, Francia, Noruega, Italia o Estados Unidos. Él también lo achaca a que grandes actores están liderando proyectos muy interesantes: "Hay un redescubrimiento mundial del teatro, como arte de emociones auténticas y arte de la imaginación. Frente al cine, que nos lo da todo masticado, el teatro exige que un actor provoque la complicidad del espectador; el teatro en su elementalidad se ha convertido en el arte más poderoso porque su materia prima es la imaginación del espectador", dice Mayorga.
"El teatro es una necesidad para la salud, lo veo como una terapia", comenta Guillermo Montesinos, "es una terapia porque la sociedad está muy enferma con la influencia de las televisiones en todo Europa y el embrutecimiento al que nos empujan". Carles Canut dice que la invasión tecnológica ha convertido la cultura en algo frío: "La gente necesita salir de casa y tocar la verdad, ver la sangre, el sudor, las lágrimas y han vuelto porque la catarsis es completa y cada vez se hace mejor el teatro".
Unas horas antes de que Urtain se hiciera con nueve de los doce premios Max, uno de sus actores, Alberto San Juan, explicaba: "No estoy muy seguro, quiza se deba a que la deshumanización progresiva de nuestra forma de convivir aquí y en todos los rincones del planeta... eso despierta la necesidad de buscar lo más humano y lo más vivo". Su compañero de Animalario, Roberto Álamo, dice que es un arte en el que hay mucho riesgo: "Y eso la gente lo valora mucho".
Una pifia para la historia de los premios
Momentos de crisis: no en los escenarios, pero sí para la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), que ayer debió de pasar una de las peores noches de su existencia como entidad organizadora de los Premios Max.
La entidad de gestión celebra anualmente a bombo y platillo, y de manera rotatoria por ciudades españolas, la gala de entrega de estos galardones. Anoche le tocaba a la 13ª edición. Para dejar clara la crisis la cosa se desarrolló en el transcurso de un acto que ni siquiera se llamó gala, sino ceremonia. Con un sólo actor- presentador, eso sí, muy grande, Carlos Hipólito, y con un texto del siempre brillante Ernesto Caballero. Pero nada de grandes teatros glamourosos. Fue en el salón de actos del Museo Reina Sofía de Madrid, con la asistencia de no todos los candidatos a la preciada estatuilla diseñada por el poeta Joan Brossa y poco más.
La cosa era tan sobria, tan sobria, que se ahorró en todo... hasta en el factor sorpresa. Debido a un error producido por "una interferencia informática", la página web de los Max colgó durante unos minutos a media tarde de ayer el listado de ganadores, por lo que muchos de los que supieron por anticipado que no iban a ganar ni se molestaron en ir. Nada de eso impidió, al final, que el rey de la noche fuera, una vez más, el colectivo Animalario, gracias a su montaje Urtain, sobre la atribulada vida del boxeador de Cestona, que se hizo con nueve de las doce estatuillas a las que optaba, entre ellas, la ganada por Roberto Álamo.
Actores, directores y obras con Max
- Teatro: Urtain de Animalario y Centro Dramático Nacional.
- Musical: Cabaré de caricia y puntapié de la Compañía El Gato Negro, SL / Centro Dramático de Aragón.
- Danza: Lluvia de Eva Yerbabuena Ballet Flamenco.
- Director de escena: Andrés Lima, por Urtain.
- Director musical: Manuel Gas, por Sweeney Todd.
- Actriz protagonista: Blanca Portillo, por Hamlet.
- Actor protagonista: Roberto Álamo, por Urtain.
- Actriz de reparto: Carmen Machi, por Platonov.
- Actor de reparto: Alfonso Lara, por Urtain.
- Escenografía: Beatriz San Juan, por Urtain.
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