España impulsa los planes europeos para explotar el sol del Sáhara
Busca un acercamiento entre el proyecto francés y el de la industria alemana
Primero fue un sueño, impulsado desde el Club de Roma, con la visión de que en 2050 más del 90% de la población mundial podría ser abastecida de electricidad producida por energía solar en sólo el 3% de la superficie de los desiertos del mundo. Un sueño que empezó a plasmarse el año pasado en la creación del consorcio industrial Desertec, fundamentalmente alemán, que pretende instalar en el norte de África centrales solares que suministren electricidad a esos países, Europa Central y Oriente Próximo.
Mientras tanto, Francia aprovechó su turno de presidencia europea para impulsar el Plan Solar Mediterráneo, un programa político de cooperación con un objetivo más modesto, que todavía no se ha plasmado en proyectos concretos. Y ahora España da un nuevo impulso al programa de origen francés durante su turno presidencial mediante un próximo congreso en Valencia, el 11 y 12 de mayo. Mientras tanto, Red Eléctrica de España (REE) se ha integrado, junto a otras tres empresas (de Italia, Francia y Marruecos) en el consorcio Desertec, donde ya estaba la potente firma española Abengoa Solar.
En Valencia se darán pasos sobre regulación, industria y finanzas
Red Eléctrica de España entra en Desertec junto a Abengoa Solar
¿Es otro caso de competición entre las dos locomotoras europeas, Alemania y Francia? Nadie quiere verlo así, al menos oficialmente, pero sí se comenta la conveniencia de que las dos iniciativas se articulen en torno a objetivos comunes, dada la complejidad geopolítica y el altísimo coste que implican.
El verdadero impulso lo da la necesidad de reducir a medio plazo la dependencia energética de Europa y cumplir la directiva de energías renovables, pero que estos proyectos provoquen un interés creciente se debe sobre todo a los avances tecnológicos. Sin la posibilidad de construir largos enlaces de alto voltaje en corriente continua (la red eléctrica actual se basa en la corriente alterna) no se podría ni empezar a pensar en su viabilidad.
"Nosotros no nos hemos casado con Desertec, en esto somos polígamos, estamos con todos", bromea Alberto Carbajo, director general de Operación de REE. "La red es lo que da a Desertec el carácter de proyecto de abastecimiento para Europa y nuestra posición geográfica nos hace ser pasillo, así que nos interesa mucho estar ahí y Desertec sin nosotros no tiene sentido. Pero también se lo hemos dicho así a los franceses". De hecho, el único enlace fijo eléctrico actual con África es el que existe entre España y Marruecos en el estrecho de Gibraltar. "Nuestra red no podría canalizar esa energía extra, así que sería una red paralela, que no interactuaría con nuestro sistema", comenta Carbajo.
"No estamos en competencia con el Plan Solar Mediterráneo, somos humildes servidores, de la industria para aportar experiencia concreta y asesorar a los Gobiernos", asegura Michael Geyer, director de Desarrollo Internacional de Abengoa Solar. "El proceso político, enmarcado en la Unión por el Mediterráneo, es el camino institucional para llegar a algo parecido al marco Schengen, pero para el mercado de la electricidad de energías renovables".
Desertec es uno de los proyectos posibles y está invitado al congreso de Valencia, comentan fuentes del ministerio de Industria, Turismo y Comercio. En esa reunión se espera que se concreten los pasos a dar, especialmente en los ámbitos regulatorios, industrial y financiero. España está muy interesada en este tema, reconocen en Industria, en parte porque es el único país europeo que ya tiene centrales termosolares y una buena base de I+D. Y recuerdan que la Unión Europea actúa ya de paraguas para estas iniciativas, mediante la legislación que permite importar energía eléctrica. También el Banco Europeo de Inversiones, los programas de cooperación y las iniciativas públicas y privadas son vías para su desarrollo.
La forma de extraer la energía del Sol no está decidida todavía, como tampoco se han hecho los cálculos detallados de quién pagaría qué. "Se piensa en centrales termosolares con acumuladores, más que en energía fotovoltaica", explica Carbajo, "pero no está claro que la segunda vaya a seguir siendo más cara que la primera".
A las centrales termosolares (como las del complejo Solúcar en Sevilla) se les achaca que necesitan refrigeración por agua, lo que implica que parte de la energía obtenida del Sol se tiene que dedicar al suministro de agua, algo difícil en los desiertos. Sin embargo, Geyer afirma que la refrigeración se puede hacer por aerocondensadores, aunque tiene la desventaja de un mayor coste: "De todos modos, el agua es necesaria para la limpieza de los módulos sea cual sea la tecnología que se utilice". La elección de la tecnología no es su mayor preocupación, sin embargo: "Incluimos todas las solares y no excluimos la eólica, pero nos preocupa más el marco regulatorio, el transporte y demás".
Entre los países que tienen los desiertos que Europa quiere aprovechar para generar energía eléctrica, aunque no sólo para su propio consumo, hay diversas posturas, explican los expertos. Marruecos, muy dependiente energéticamente, se ha mostrado claramente favorable y Egipto está interesado. Argelia quiere hacer una transición suave para no perjudicar las ventas de sus hidrocarburos. Sin embargo, el mayor desafío, además del político, es el técnico, que supone unir redes diferentes y construir muchas nuevas en el norte de África.
Sueños solares
Las cifras que maneja el consorcio Desertec para la región Europa-Oriente Próximo-Norte de África (EUMENA) en 2050 son:
- Abastecimiento del 15% del consumo eléctrico europeo mediante instalaciones de energía renovable en el norte de África.
- Infraestructuras.
Quinientos gigavatios de potencia solar térmica, divididos en: 340 gigavatios para consumo local; 60 gigavatios para desalinización; y 100 gigavatios exportables a Europa, con un volumen de 700 teravatios hora por año.
- Transporte. Construcción de una red de transporte en corriente continua de 100 gigavatios, superpuesta a la actual. Las pérdidas estimadas serían del 10% para distancias de 3.000 kilómetros.
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