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Crítica:FERIA DE ABRIL | La lidia
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una desbordante sosería

Antonio Lorca

Los que pagan una respetable cantidad de euros por un tendido en La Maestranza se lo piensan dos veces cuando el cartel no responde a las expectativas. Y el de ayer, dicho sea con todos los respetos, no respondía. No era el más acertado para uno de los días grandes de la feria. Acertaron aquéllos que optaron por permanecer en el real, copita en mano, enjambre de carruajes y mujeres bellamente aflamencadas. Lo que ocurrió en la plaza fue un suplicio, un espectáculo soporífero, una inaguantable sosería. Un diploma acreditativo de aficionado selecto mereció todo aquel que se sentó en la dura piedra y aguantó hasta el final una tortura taurina.

No es ésta la fiesta de los toros; ni los toros eran toros, ni los toreros tales, pues todos se comportaron de manera extraña, como si no fuera con ellos este rito de valor, gracia, donosura, de cabeza, corazón y ramalazos de estética.

ALCURRUCÉN / DÍAZ, TEJELA, PINAR

Toros del Alcurrucén, chicos los tres primeros, mansos, deslucidos, sosos y descastados.

Curro Díaz: estocada y descabello (ovación); estocada (ovación).

Matías Tejela: pinchazo hondo y dos descabellos (silencio); cuatro pinchazos y estocada (silencio).

Rubén Pinar: estocada y siete descabellos (vuelta); dos pinchazos, estocada -aviso- y dos descabellos (silencio).

Plaza de La Maestranza. Jueves, 22 de abril. Decimoquinta corrida de abono. Tres cuartos de plaza.

¿Puede un torero romper con lo que le dicta su cabeza y rebelarse contra sí? Dos noticias toreras, anoten un buen puyazo y un buen par de banderillas

Y, entre tanto aburrimiento, surgen preguntas incontestables: ¿puede un torero cambiar su destino?, ¿es capaz de romper con lo que le dicta su cabeza y rebelarse contra sí mismo?, ¿es posible superar una sosería como la que ayer se apoderó de la plaza sevillana?

Curro Díaz y Matías Tejela están donde están -en tierra de nadie- porque se muestran aparentemente incapaces de cambiar su destino. Parecen aburridos de sí mismos y se les ve cara de prejubilados. Parecen trabajadores sin ilusión ni inspiración.

Díaz tiene vitola de artista, torero elegante y fino, pero frío como un témpano, a la espera desesperante siempre de que surja el muletazo a modo y la embestida adecuada. Pero no tiene arrojo ni la aparente ilusión que requiere este oficio. Fue ayer un torero de detalles, un natural aceptable en su primero, y, en el otro, un remate, un suave cambio de manos y un largo pase de pecho. Y se acabó la historia. Y todo mientras cita con el pico casi siempre, fuera de cacho, con muy escaso ánimo.

Claro que cuenta a su favor con la mala clase de sus oponentes, pero no es motivo suficiente para desprender sopor. Un torero no puede naufragar en la nada. Quizá, su destino sea ése: esa elegancia fría que nunca le permitirá el resurgimiento que alguna vez habrá soñado. Ayer, con su displicente disposición, no justificó su presencia en el cartel.

Pero no fue el único. Más joven es Matías Tejela, quien despertó muchas esperanzas de novillero, y lleva siete años intentando una resurrección que no llega. Pero su actitud no anuncia novedades al respecto. Su toreo está ayuno de contenido, le falta nervio, vida y ganas de ser torero. No es admisible venir a Sevilla a tirar tres líneas a la defensiva porque el toro no ofrece facilidades. No es admisible que siga buscando un lugar de honor que de tal manera nunca encontrará. No se puede ser figura si falta sangre brava en las venas, si el corazón no palpita al ritmo deseado, si te vence el conformismo y la desidia. Y ésa es la impresión que transmite. Dio muchos pases, muchísimos, como un torero moderno al uso, pero no dijo nada, lo cual es muy grave.

Tampoco dijo mucho, no crean, el joven Pinar. Ofrece otra imagen, es verdad, de ilusión y de ganas de ser torero. Es listo, maneja con soltura la técnica y suple con arrojo su falta de calidad. Pues, muy bien. Y así solventó con torería los malos modos de su primero, al que ensartó con seguridad en la muleta y toreó aceptablemente por ambas manos. Hizo un esfuerzo enorme ante el desclasado sexto y pecó de pesadez.

Dos notas toreras: anoten un buen puyazo -¡noticia!- de Agustín Moreno en el sexto; y un buen par de banderillas al primero de José Manuel Calvo Montolíu, espejo de su padre, que dejó su vida en esta plaza en 1992.

Y un triste final: la corrida de Alcurrucén, un desecho de pésima casta. Una desbordante sosería.

Matías Tejela en su segundo toro.
Matías Tejela en su segundo toro.ALEJANDRO RUESGA
El joven espada Rubén Pinar dio una vuelta al ruedo tras enfrentarse al mejor toro de la corrida de Alcurrucén lidiada hoy en Sevilla. Curro Díaz dejó detalles con la muleta, y Matías Tejela sólo pudo dar muestras de su disposición. <a href="http://www.elpais.com/toros/feria-de-abril/"><b>Vídeos de la Feria de Abril</b></a>
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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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