Los teólogos de la Juan XXIII piden la dimisión del Papa y el fin del celibato
La asociación cree que la jerarquía debe pedir perdón por encubrir la pederastia
Las comunidades cristianas de base y los teólogos independientes soportan mal el comportamiento de buena parte de la jerarquía católica ante los escándalos de pederastia. Creen que al pecado y delito de encubrimiento en el pasado se añade ahora una actitud de soberbia, e incluso de comprensión o justificación del silencio. Echan de menos peticiones de perdón a las víctimas y que se castigue a los culpables, canónica y judicialmente. Incluso se alzan voces reclamando que quienes en el Vaticano promovieron las órdenes ahora censuradas asuman sus responsabilidades. Es el caso de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, cuya junta directiva hizo público ayer un manifiesto pidiendo la dimisión del Papa.
"Nos parece que el pontificado de Benedicto XVI está agotado y que el Papa no tiene la edad ni la mentalidad para responder adecuadamente a los graves y urgentes problemas que hoy tiene que afrontar la Iglesia católica. Pedimos por ello, con el debido respeto a la persona del Papa, que presente la dimisión de su cargo", se afirma en el texto.
Como señal de un cambio de actitud, el documento reclama "la petición pública de perdón del Papa por el encubrimiento y complicidad del Vaticano, así como de no pocos episcopados, en los casos de abusos sexuales en los que están implicados obispos, sacerdotes y religiosos". Y reclama que se deroguen de manera inmediata "cuantos decretos han impuesto silencio durante décadas".
La Asociación de Teólogos Juan XXIII, promovida hace tres décadas por Casiano Floristán, Enrique Miret Magdalena y José María Díez-Alegría, agrupa a medio centenar de conocidos pensadores cristianos, algunos en conflicto con las autoridades doctrinales de la Iglesia romana. Forman su junta directiva Federico Pastor, Juan José Tamayo, Alfredo Tamayo Ayestarán, José María Castillo y Máximo García.
El manifiesto expresa su apoyo a la Carta abierta a los obispos católicos del mundo de su colega el profesor Hans Küng (ver EL PAÍS del pasado día 15). Además, apuesta por "activar y desarrollar el programa de reforma del concilio Vaticano II", por "iniciar un proceso de democratización de la Iglesia, con la participación activa de todos los creyentes católicos en la elección de los cargos de responsabilidad" y por "optar decididamente por los pobres, actitud que lleva consigo la lucha por la justicia".
Asimismo, aboga por que "se facilite el acceso de las mujeres al sacerdocio ordenado en sus diferentes grados" para terminar con "siglos de injusta e injustificada discriminación". Concluye el texto llamando a "la supresión del celibato obligatorio para los sacerdotes, medida disciplinar represiva de la sexualidad, que carece de todo fundamento bíblico, teológico e histórico y que no responde a exigencia pastoral alguna".
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