El reino plácido
Al Reino de Redonda ha llegado también la crisis. El año pasado se redujo de 6.500 a 3.000 euros la dotación del premio que cada
año (desde hace 10) concede a un escritor o cineasta de lengua no española. Esos 6.500 euros fueron excepcionales, fruto de la alegría derrochadora que se impuso en tiempos de bonanza económica. Hasta entonces, desde la primera edición de 2001 que ganó J. M. Coetzee, ninguno de los ganadores se había llevado más de 6.000, y el título de duque, por supuesto. Milan Kundera fue el elegido este 2010 por un jurado tan selecto que se distingue por una particularidad: todos son nobles.
Es más, todos son duques. Y fueron investidos como tales por Xavier I, nombre que tomó Javier Marías cuando fue coronado rey de Redonda a finales de los años noventa. El monarca anterior, Juan II (Jon Wynne-Tyson), abdicó en el autor de Todas las almas harto de bregar con los otros aspirantes al trono. En aquella novela, Marías se ocupaba del escritor John Gawsworth, que heredó el trono de Redonda de otro escritor, M. P. Shiel, que a su vez había sido coronado por el dueño del islote, su padre, que se lo compró a la reina Victoria en 1865.
Fue Colón el que llamó Redonda a ese trozo de tierra en mitad del Caribe, de kilómetro y medio de largo por uno de ancho, situado cerca de Antigua y Montserrat y habitado únicamente por alcatraces. Marías ha dicho que parece que también hay algunas cabras, pese a no haber visitado aún su reino. Eso sí, cumple rigurosamente los mandatos que le encomendaron como monarca: perpetuar la leyenda y ocuparse, como albacea literario, de las obras de Gawsworth y Shiel.
En 1999, Xavier I empezó a nombrar a los primeros duques. Almodóvar, Coppola, Eduardo Mendoza, Vargas Llosa, Lobo Antunes, Pérez Reverte, Juan Villoro o Francisco Rico son algunos de ellos, a los que se han añadido los ganadores del premio (Magris, Eco, Steiner, Alice Munro...). Dice Marías que lo más difícil es explicarle de qué va el galardón a cada nuevo premiado, no vayan a tomarlo por loco. Pero es algo que va en el cargo. Y, además, deben hacerlo con humor. No en vano, el lema de Redonda es Ride si sapis, ríe si sabes. Señor Kundera: ¡muchas felicidades!
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