Falange, el partido que no cree en los partidos
Cinco flechas cruzadas luce el escudo falangista, una alusión grecolatina que hoy simboliza involuntariamente la división actual de los que se reclaman herederos de José Antonio Primo de Rivera. Unidos sólo por su nombre, un puñado de ultraderechistas libra una lucha fratricida por ocupar el reducido espacio político heredado de la dictadura. Están en boca de todos por su querella a Garzón.
En el Registro de Partidos hay 13 grupos falangistas. Falange Española de las JONS (1976) es la que interpuso la querella. En 2008 sumó 13.413 votos. Tiene unos 3.000 afiliados (con 10 euros de cuota mensual). El ideario del partido critica el "clima totalitario" en España, rechaza el Estado de las autonomías, que considera "17 miniestados" y "un caos legal" y quiere "defender la cultura española (...) frente a la uniformización cultural mundializadora". Proponen "sindicalizar la economía nacional" a través de un sindicato unitario y vertical. Critica "el sistema de democracia liberal de partidos", al que considera "capitalismo político", además de rechazar la monarquía.
El Gobierno ha llegado a cuestionar estos días la legalidad de Falange. En la República fue el Tribunal Supremo quien la avaló. No es previsible que en esta ocasión llegue a esa instancia, merced a la Ley de Partidos -que sanciona la justificación "reiterada y grave de racismo o xenofobia".
Difícil ilegalización
El historiador Santos Juliá recuerda que de aquellos convulsos años de pistolerismo se puede criminalizar a los violentos, pero no a los partidos. Es difícil por tanto justificar la culpa de sus herederos políticos, máxime cuando, como señala el historiador Xavier Casals, no existe "continuidad organizativa"
Por otra parte, está La Falange, que ha convocado una manifestación para el 24 de abril, con idéntica hora y lugar (frente al Supremo) que la gran marcha de apoyo a Garzón de partidos y colectivos de memoria histórica. Este grupo ultraderechista (que en 2004 obtuvo 10.311 votos) teme que se intente ilegalizar a "todos" los falangistas, "un gustazo para muchos". Su programa consiste en "un vasto proceso de restauración nacional" ante la "desintegración" de España.
Casals recalca que los grupos falangistas "se han adaptado a la legalidad e incluso han usado los mecanismos judiciales para defender sus postulados".
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