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Reportaje:1. SANIDAD. LAS PRESTACIONES | La sostenibilidad del Estado de bienestar

La relación entre coste y efectividad marcará los nuevos servicios sanitarios

Una agencia de Sanidad analizará las futuras prestaciones del sistema de salud

María R. Sahuquillo

España tiene uno de los catálogos de prestaciones sanitarias más amplios de la Unión Europea. Los ciudadanos están cubiertos prácticamente de todo. Desde la atención oncológica hasta la reasignación de sexo o el diagnóstico preimplantacional de embriones. Logros que otros países no han alcanzado. Quedan fuera, sin embargo, algunos servicios que muchos consideran básicos: la odontología o una cobertura completa de salud mental. A partir de ahora cada nueva prestación que se integre en el sistema nacional de salud será analizada al milímetro en función de criterios de coste y efectividad. Algo que si no se gestiona bien puede ser un riesgo, según algunos expertos. ¿Cuánto vale una vida humana? ¿Qué se considerará efectivo?

"Tomar decisiones en función de la efectividad de las prestaciones es complicado. Los datos de comparación de coste y resultado son muy difíciles de definir", opina Albert Jovell, médico y presidente del Foro Español de Pacientes. Este análisis ya funciona en otros países de la UE. En Reino Unido, donde el sistema ya tiene un recorrido amplio, el debate sobre su conveniencia es encendido. "Allí los economistas han calculado que un año de vida vale entre 30.000 y 43.000 libras [entre 34.000 y 48.642 euros]. Nosotros, como sociedad, no hemos decidido eso. Hay que tener cuidado en fundamentar una decisión en un número. Esto puede ser útil en algunas cosas, como fluorizar las aguas para evitar problemas odontológicos, pero no en ver qué tratamiento se da al enfermo. Ponerle precio a una vida es complicado", argumenta Jovell.

El secretario general de Sanidad, José Martínez Olmos, asegura que el económico no será el criterio que prime a la hora de decidir la entrada de una prestación. "Nunca se van a quedar fuera servicios útiles en términos sanitarios. El criterio económico va a ser el último", dice. Así, la nueva agencia nacional de evaluación de tecnologías sanitarias estudiará las nuevas prestaciones, sus beneficios, sus costes y sus alternativas. "En función de eso, más que denegar su entrada, se negociará si su precio es el adecuado en base al beneficio que aporta", explica Martínez Olmos. Por ejemplo, si un nuevo fármaco aporta una mejora de un 5% respecto a otro que ya existe, y en cambio cuesta 27.000 veces más, Sanidad intentará que rebaje su precio para adecuarse a esos criterios de coste y efectividad. "En Reino Unido, donde se paralizó la cobertura de medicamentos contra el cáncer porque consideraron que no eran lo suficientemente costo-efectivos, se adaptó el precio para que entrasen en la cartera de servicios pública", explica María del Mar Martín, consultora de McKinsey.

Pero las nuevas prestaciones no serán las únicas en ponerse bajo el microscopio. Las que ya existen también se analizarán. "No tanto para excluirlas, sino sobre todo para revisar su precio con los proveedores", informa Martínez Olmos. José Manuel Freire, de la Escuela Nacional de Sanidad, sostiene que deberían revisarse las prestaciones existentes en relación con esos criterios de calidad, coste y efectividad y excluir, o desaconsejar, aquellas que ya no sirven. "Debería haber actualizaciones constantes", dice. Propone un ejemplo. "Algunos cribados para detectar el cáncer deberían revisarse para determinar la edad a la que se aconsejan: las mamografías, los cribados de cáncer de colón, prácticas agresivas y en las que hay que considerar muy bien los beneficios y los perjuicios, como los falsos positivos". Martínez Olmos asegura que ya hay un mandato para revisar esos cribados y acomodarlos a lo que se hace en otros países.

Este debate no es exclusivo de España. En EE UU, en plena reforma sanitaria, Obama ha dedicado 1.000 millones de dólares (736 millones de euros) al estudio de la efectividad de la práctica médica para conseguir ahorros.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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