Grave cogida
La sangre derramada, por segunda vez en lo que va de feria, sobre el ruedo de La Maestranza. En esta ocasión, la mala suerte se cebó con el torero mexicano Arturo Macías, que se presentaba como matador de toros en Sevilla y se llevó el triste recuerdo de una grave cornada en el muslo derecho cuando trataba de justificarse con el marrajo corrido en quinto lugar, un auténtico buey, como los demás, descastado, y violento, que topaba a oleadas y desparramaba la vista. La faena de muleta no había hecho más que comenzar cuando el toro lo empaló con el pitón derecho, y lo elevó por los aires, con tan mala fortuna que lo esperó con la guadaña que lucía por pitón izquierdo y la clavó en la pierna del torero, que quedó exánime en el suelo, entre grandes muestras de dolor.
Palha / Marín, Macías, Fandiño
Toros de Palha, desigualmente presentados, mansos, descastados, broncos y violentos.
Serafín Marín: estocada que asoma (silencio); estocada (silencio); estocada, dos descabellos y el toro se echa (silencio).
Arturo Macías: estocada -aviso-, dos descabellos y el toro se echa (silencio). Resultó cogido por el quinto de pronóstico grave en el muslo derecho con una herida de dos trayectorias de 20 y 10 cm.
Iván Fandiño: pinchazo, media tendida y un descabello (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio).
Plaza de la Maestranza. 13 de abril. 6ª corrida de abono. Media plaza.
Son las cosas del toro, el riesgo inherente a esta difícil y heroica profesión, protagonizada ayer por tres toreros modestos que no tuvieron más opción que enfrentarse a una muy astifina, complicada y violenta corrida de Palha en la búsqueda infructuosa de una oportunidad imposible.
La peor parte se la llevó el diestro mexicano, que fue, a la postre, el más dispuesto de los tres, pues demostró su incuestionable valentía en un ajustado quite por gaoneras en el primer toro de Marín, del que salió volteado. Volvió en el segundo a capotear esta vez por chicuelinas y asustó a los tendidos por su temeridad ante enemigos de comportamiento tan incierto. Muleta en mano, hizo lo que se espera de un torero joven que pretende abrirse camino: esperó a su primero con dos pases cambiados por la espalda en los medios, pero su labor no pudo pasar de voluntariosa ante las muy escasas condiciones de su oponente. Más dificultoso se mostró el quinto desde que saltó al ruedo, y pronto pudo comprobar el torero en sus propias carnes las aviesas intenciones de su oponente.
Serafín Marín e Iván Fandiño pueden dar gracias por salir indemnes de la plaza; sobre todo, el segundo, que pasó fatigas de muerte con el dificilísimo sexto, que lo persiguió con saña con la expresa disposición de mandarlo a la enfermería. Fandiño se escapó de milagro, pero sus apuros fueron muy serios. Ni en ése ni en el otro pudo ofrecer algo más que voluntad.
Y Serafín Marín, justificado también por el mal juego de su lote, aburrió en dos faenas largas, soporíferas, de las que no ha quedado nada para el recuerdo. No tiene ningún sentido empecinarse en una porfía inútil.
Se trataba, posiblemente, del cartel con menos brillo del ciclo ferial, pero se esperaba más, mucho más, de una ganadería postinera, que sólo ha dejado un reguero de sangre. Para más inri, martes y trece...
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