"Esperé 50 años para saber que mi padre había muerto"
Familiares de los asesinados exigen a Moscú que pida perdón
Cuando el padre de Krystyna Brydowska se alistó en el Ejército para participar en la II Guerra Mundial desapareció para siempre. Fue uno de los 22.000 soldados polacos ejecutados, una vez hechos prisioneros, por la policía secreta de Stalin, el NKVD, en 1940. Una matanza que fue encubierta por la Unión Soviética, que intentó culpar de las muertes a Alemania. Krystyna Brydowska, de 73 años, se lamenta de que no recibió la notificación oficial del fallecimiento de su padre hasta 1990: "Tuve que esperar 50 años para saber que había muerto".
El bosque de Katyn, a donde se dirigía el avión siniestrado el sábado, es un lugar sagrado para Polonia. Allí, 4.000 soldados polacos fueron asesinados, uno a uno, de un tiro en la cabeza, y enterrados en fosas comunes. Otros 18.000 prisioneros perecieron de la misma forma en varios lugares de la URSS. Pero Katyn se ha convertido en el símbolo de todas aquellas matanzas.
Brydowska, que ahora es vicepresidenta de la Federación de las Familias de Katyn, cuenta que lo peor de todo fue tener que aguantar la impotencia de estar años y años intuyendo lo que había pasado y sin poder hablar de ello, ya que la autoría real de la matanza era un secreto a voces en Polonia. "Recibíamos información a través de Radio Europa Libre, pero hablar de Katyn podía llevarte a la cárcel", dice.
Su organización se dedica a buscar la verdad y aspira a que Rusia, que se ha limitado a reconocer que la matanza existió, pida perdón por lo sucedido, reconozca que fue un genocidio y abra al público los archivos soviéticos. Su presidente fue uno de los que murieron en el accidente del sábado. "Para nosotros ha sido un doble desastre", afirma.
La matanza ha sido uno de los grandes escollos para la reconciliación de Rusia y Polonia. Un 81% de los polacos considera que empaña las relaciones entre ambos países, según una encuesta del instituto CBOS realizada en marzo. Sólo un 8% cree que las relaciones con Moscú son positivas, mientras el 38% cree que son negativas y el resto se muestra indiferente. Ante tanta escasez de entendimiento, no es de extrañar que el 52% afirme que Rusia sería incapaz de elaborar un manual de historia común con Polonia y que el 74% opine que la presencia del primer ministro, Vladímir Putin, en Katyn para el 70º aniversario de la matanza sea simple propaganda.
"Rusia reconoce, fuera de su país, que la matanza sucedió, pero las autoridades no quieren decir toda la verdad en su país", afirma Marcin Buthner-Zawadzki, de 72 años, cuyo padre también murió en Katyn. "Y todo es porque nosotros tenemos que aclarar las circunstancias de la muerte de 22.000 polacos, pero ellos tienen que aclarar las de los 20 millones de muertos de Stalin", añade.
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