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CÁMARA OCULTA
Columna
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Hablajes

Raúl de la Torre fue un director argentino que interesó en los festivales españoles de los años setenta, y que acaba de morir. Había realizado 11 largometrajes, de los que aquí se estrenaron unos pocos, entre ellos Crónica de una señora, por el cual Graciela Borges obtuvo en San Sebastián el premio a la mejor actriz en 1971. La anécdota está en que la película fue luego doblada al castellano de Castilla, con sus ces y sus zetas, por temerse los negociantes del cine que los españoles no entendiéramos el acento porteño. Ese no fue el único disparate: también fue doblada a nuestro castellano la película Martín Fierro, sobre el famoso poema del gaucho como héroe nacional, icono de la literatura argentina. Y hasta West Side story, canciones incluidas, bajo el peregrino título de Amor sin barreras (¿alguien conserva copias de tales disparates, que hoy serían espectáculos cómicos?).

Quizás los filmes argentinos se llevan la palma de los agravios del doblaje

El desatino histórico del doblaje está aún por analizar a fondo, pero quizás el cine argentino se haya llevado la palma de los agravios. Puede que por ello Raúl de la Torre siga siendo en España casi un desconocido, a pesar de que rodó con Fernando Fernán Gómez Pobre mariposa, y de los galardones obtenidos en festivales internacionales. Tuvieron que pasar varios años para que películas en genuino porteño fueran cosa usual entre nosotros. Ahora mismo, El secreto de sus ojos circula sin complejos por diversos países, el nuestro incluido, blandiendo su oscar.

Viene esto a cuento porque llega a Madrid, y espero que a otras ciudades españolas, el espectáculo musical Piaf, interpretado por una argentina de treinta y pocos años, metro y medio de estatura, casi desconocida en el cine, y auténticamente genial, Elena Roger, que obtuvo en Londres el premio Olivier interpretando esta obra en porteño, francés e inglés, en definitiva hablando como se le pusiera. La Roger es uno de esos fenómenos que ocurren raramente. Estén atentos porque merece la pena. Que no ocurra como con las películas de Raúl de la Torre, que se nos fueron sin saberlo.

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