Fondos sin control
El peso político de la industria financiera retrasa la regulación de las inversiones de riesgo
El Consejo de Economía de la Unión Europea de la pasada semana, presidido por la vicepresidenta Elena Salgado, decidió aplazar las reformas legales para controlar los fondos alternativos (que incluyen los hedge funds o fondos de cobertura y los fondos de capital riesgo), acusados prácticamente por unanimidad en las recientes cumbres europeas y mundiales de haber puesto en peligro el sistema financiero global y de haber especulado en contra de la solvencia financiera de países, España entre otros, y empresas. Una llamada del premier británico Gordon Brown al presidente Zapatero fue suficiente para que los buenos propósitos regulatorios quedaran para mejor ocasión, a pesar de que el presidente del Gobierno español había criticado acerbamente los ataques especulativos de algunos fondos contra España y Grecia.
La explicación oficial de que el aplazamiento se debe al deseo de consensuar las medidas regulatorias adecuadas apenas supera el nivel de una tibia excusa; las razones reales son que Reino Unido no quiere ver mermada la industria financiera de la City londinense y que Estados Unidos presiona para que Europa no imponga limitaciones a las inversiones financieras. Y sin embargo, los fondos alternativos que operan en Europa deben someterse a una regulación más estricta con objetivos bien definidos: limitar su endeudamiento, acotar su tamaño, hacer transparente su gestión y conocer en todo momento su liquidez. Una regulación común mínima debería ser deseable tanto para Washington y Londres como para Bruselas. Y, sin embargo, los intentos de reforma financiera, tanto en el caso de los fondos alternativos como de otros instrumentos financieros o bancarios, tropiezan una y otra vez con la resistencia de los grupos de presión que defienden la desrregulación financiera y los Gobiernos que no quieren perder iniciativas en sus industrias y mercados financieros.
La reforma financiera a fondo, prometida en las cumbres europeas y mundiales bajo la presión agobiante de la crisis global, se ha esfumado. Los mercados financieros mundiales están hoy tan desregulados como antes del crash, a pesar de que a ese descontrol se atribuye la extrema virulencia de la crisis. La UE no debe dejar pasar la oportunidad de pactar una regulación mínima, que imponga las mismas condiciones de transparencia y apalancamiento sea cual sea el país sede del fondo.
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