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SÓLLER (BALEARES) | El estado de las cuentas públicas

Sin papel para las fotocopias

"Vamos escasos en todo", reconoce una empleada del Ayuntamiento de Sóller (14.000 habitantes y 150 funcionarios). Las restricciones financieras nacen de las obras públicas acometidas en los últimos años y de la caída en picado de los ingresos derivados del ladrillo. Y los aprietos son evidentes: abarcan desde el uso de papel hasta el gasto en embutidos para las fiestas. En Sóller las calles no se iluminaron por Navidad. Y se han cerrado a cal y canto las fotocopiadoras: "Se han reducido notablemente los 40.000 folios que se gastaban cada dos meses", explica un funcionario. "Alguna reclamación judicial de proveedores hemos tenido", admite.

Al lado de la impresora se colocó hace poco una advertencia: no hay papel y hay que ir a secretaría a reclamar munición. "Estamos preparando un plan de saneamiento, pero nadie quiere aumentar impuestos y tasas a 15 meses de las elecciones", observan fuentes municipales.

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Ayuntamientos al borde del colapso

Es algo general. "Baleares tiene la mayor densidad del Mediterráneo en pabellones deportivos, piscinas cubiertas, centros culturales y teatros. Y la deuda empieza a ahogar", describe un político de izquierdas. Los ayuntamientos funcionan a crédito y a veces incluso descargan sus problemas en las entidades privadas: los campos de césped artificial (otra plaga local) se sufragan con avales que se enganchan a los clubes.

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