Los especuladores copan el 80% del mercado de compraventa de CO2
Bancos, 'brokers' e intermediarios irrumpen en la bolsa europea - La industria española logra 180 millones en 2009 gracias a los derechos que recibió gratis
El mercado europeo de compraventa de CO2 -pensado inicialmente para que las industrias intercambiasen derechos de emisión- está copado por bancos, inversores, intermediarios y especuladores. En 2009, éstos supusieron un 80% del volumen negociado en el mercado europeo, según el informe anual de Sendeco2, una de las firmas que más volumen de derechos gestiona en la bolsa española de CO2. El informe cifra también en 15 millones de toneladas -equivalente a unos 180 millones de euros- los derechos que le sobraron a la industria española -salvo a las eléctricas- y que recibieron gratis del Gobierno. El CO2 sigue siendo un buen negocio para las empresas.
Según este texto, presentado ayer, "bancos, brokers, inversores, especuladores..." han tenido un papel "especialmente intenso" y han generado "durante gran parte del año, más del 80% del negocio". El director general de Sendeco2, Ismael Romeo, explica que eso supone que los sectores "no activos" han negociado unos 350 millones de euros diarios en Europa.
Las empresas logran financiación gracias a la venta de dióxido de carbono
El funcionamiento del mercado está ayudando a reducir las emisiones
"El funcionamiento del mercado no se puede considerar negativo, porque está ayudando a reducir emisiones y permite obtener financiación para proyectos limpios en países en desarrollo", añade Romeo. El texto añade que "las operaciones han ido adquiriendo, cada vez más, un componente financiero que ha llevado a ofrecer, especialmente por parte de los bancos, productos estructurados" para inversores. El año pasado, Bruselas detectó un fraude masivo en el IVA de la compra de CO2, que también animó la entrada de estos agentes.
Romeo señala, sin embargo, que en 2010 lo previsible es que baje la inversión especuladora. "Entraron empresas en el mercado que compraban y vendían rápido. A muchas de ellas ahora les cuesta más acceder porque se piden requisitos como un capital social mínimo y algunos han dejado de operar porque no lo han superado".
El mercado de CO2 nació en Europa como herramienta para primar a las empresas que menos dióxido de carbono emitieran. Los gobiernos asignaban una cantidad a cada industria en función de su producción. Las que tuvieran un excedente de CO2 -previsiblemente, por haber invertido en tecnología limpia- podrían venderlo a las empresas más sucias. Con el paso de los años cada vez habría menos derechos asignados, subiría el precio del CO2, y el sistema fomentaría la inversión en el ahorro de energía.
La UE defiende este sistema, pese a que desde que lo puso en marcha en 2005 han aparecido varios efectos adversos. En el primer periodo de cumplimiento (2005-2007, que fue casi de prueba) asignó demasiados derechos de emisión. Tantos, que la tonelada acabó siendo gratis y no hubo ningún incentivo para contaminar menos.
Esto se subsanó en el segundo periodo, a partir de 2008. Bruselas asignó mucho menos a cada país que, a su vez, tuvo que limitar el reparto entre sus industrias (eléctricas, cementeras, ladrilleras, acerías...). Pero el reparto coincidió con la irrupción de la crisis económica y la caída de la producción industrial. Así que en 2008 la industria española vendió masivamente derechos -por unos 400 millones de euros- que había recibido gratis del Gobierno.
El CO2 se ha convertido para la industria en beneficios caídos del cielo. Este fenómeno aún se dio el año pasado. "Quien necesitaba liquidez vendió derechos de emisión", dice Romeo. El informe anual afirma: "Aquellas empresas con urgencias financieras pudieron encontrar en la venta de derechos un balón de oxígeno al que aferrarse en los momentos difíciles". Una fuente del sector explica el funcionamiento: "En los momentos más duros de falta de liquidez he visto hacer un ERE temporal y parar la fábrica para vender los derechos de emisión". Las eléctricas no suelen vender porque cargan el precio que pagan por el CO2 en el recibo de la luz, con lo que también ganan. Así, la industria pesada española vende al sector eléctrico o al extranjero.
El problema es que todas las previsiones apuntan a una subida del precio de CO2
en los próximos años, con lo que, para funcionar, las empresas españolas deberán comprar a un precio mayor del que vendieron. El informe señala que unas 25 industrias con derechos asignados han cerrado.
No todas las plantas que han tenido excedentes han vendido. "Existen otras empresas que han preferido mantener los derechos en su cuenta para utilizarlos o, en el mejor de los casos, venderlos cuando los precios sean más favorables", según el documento. Sendeco2 cifra "el excedente del sector industrial en 2009 en torno a unos 15 millones de toneladas". Esos 15 millones de toneladas suponen que, al precio actual, la industria española ha atesorado unos 180 millones de euros.
Una vez concedidos, los derechos de emisión no se pueden revisar. La Comisión Europea no introdujo ninguna cláusula para recortar los derechos en caso de crisis económica, por lo que no hay forma de recortar esa asignación. Mientras la industria gana dinero, el Gobierno tiene que comprar derechos de emisión en países en desarrollo porque el sector no industrial -hogares o transporte- sí es deficitario.
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