Europa exige explicaciones a Israel por la operación del Mosad en Dubai
Los agentes utilizaron pasaportes de cuatro países europeos para un asesinato
El Mosad israelí se congratula cuando sus operaciones son portada de un solo día, aquellas en las que liquidan a un enemigo cuyo país u organización prefiere mitigar el ruido para no mostrar debilidad. La presuntamente última -el asesinato el 20 de enero en Dubai de Mahmud al Mabhuh, un importante agente de Hamás- pareció un éxito rotundo durante 10 días. Ahora todo es ruido, y la aventura amenaza con convertirse en fiasco. No porque el objetivo, electrocutado o estrangulado, saliera airoso. Sino porque los espías utilizaron al menos 11 pasaportes falsos de Reino Unido, Irlanda, Francia y Alemania con identidades usurpadas a siete israelíes, y ello ha provocado una situación embarazosa para el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y su diplomacia, una nueva fricción con varias capitales europeas. Los cuatro Estados exigieron ayer explicaciones a su Gobierno mientras los embajadores hebreos en Londres y Dublín eran invitados a ofrecerlas en las cancillerías.
Irlanda impulsa una investigación conjunta de los Estados afectados
Cámaras de televisión, escáneres y artilugios de alta tecnología han sido cruciales para revelar buena parte del episodio en Dubai. Los expertos pronostican que en un futuro inmediato, merced a los datos biométricos, será mucho más complicado suplantar identidades. Los investigadores dubaitíes tienen claro dónde se ideó el asesinato.
"Nuestras investigaciones revelan que el Mosad está implicado, al 99% si no al 100%, en el asesinato de Al Mabhuh", afirmaba ayer el jefe de la policía, Dhahi Jalfan Tamim, cabeza de una investigación que ha atado cabos en un minucioso trabajo con las cámaras que grabaron a los agentes en el aeropuerto, hoteles, tiendas o en el ascensor junto a su víctima. Ahora, los rostros de los espías serán escrutados en todo el mundo. Interpol emitió ayer alertas rojas -órdenes de arresto provisionales- para los 11 sospechosos. Jalfan Tamim pidió la detención de Meir Dagan, jefe del Mosad, si las pesquisas demuestran su responsabilidad.
La utilización de pasaportes británicos por agentes del Mosad ya provocó revuelo en 1987 y promesas israelíes a Londres de que semejante hecho no volvería a repetirse. Ahora, sin embargo, se revive una polémica que, a juzgar por las reacciones oficiales, tampoco será motivo para una trifulca diplomática grave. "En vista de las informaciones obtenidas, considero que es urgente e indispensable esclarecer a fondo las circunstancias de la muerte de Mahmud al Mabhuh", señaló el ministro alemán de Exteriores, Guido Westerwelle. "Esperamos que Israel coopere totalmente en la investigación que ha lanzado el primer ministro Gordon Brown", declaró David Miliband, jefe del Foreign Office, quien tiene la clara intención de que Israel entienda que no se trata de un conflicto bilateral sino de Tel Aviv contra Europa. Irlanda, por su parte, reclamó una investigación conjunta del cuarteto de países.
Los embajadores israelíes en Dublín y Londres se limitaron a seguir a pies juntillas la tradicional política israelí de ambigüedad. "No pude arrojar luz sobre los hechos en cuestión", comentó Ron Prosor tras abandonar la cancillería británica. Yigal Palmor, portavoz de Exteriores israelí, precisaba que Prosor fue "invitado" y no "convocado", lo que demuestra "voluntad de no dramatizar ni añadir más histeria".
No se vislumbra que las aguas lleguen al cauce que alcanzaron en 1997. Entonces, durante el primer mandato del propio Netanyahu, dos agentes del Mosad trataron de envenenar en Ammán a Jaled Meshal, hoy líder de Hamás en el exilio. Fueron detenidos. El rey Huseín de Jordania, furioso, exigió el antídoto. Meshal siguió vivo. Y, para colmo, Israel tuvo que excarcelar al jeque Ahmed Yasín, carismático jefe de Hamás asesinado en Gaza en 2004. Un desastre.
Son demasiados los países que al final se han visto envueltos en la maraña. Los agentes utilizaron tarjetas de teléfono austriacas -Viena también investiga-, y dos palestinos de Al Fatah, enemigos jurados de Hamás, el partido de Al Mabhuh, fueron entregados por Jordania a las autoridades de Dubai. El movimiento islamista palestino viene acusando desde hace días a Al Fatah y a uno de sus líderes más denostados, Mohamed Dahlan, de complicidad en el crimen de Al Mabhuh. Algunas informaciones hablan de que un tercer palestino está detenido en Siria.
Al margen del embrollo con Londres, Berlín, Dublín y París, y de la incertidumbre que pesará sobre los siete israelíes cuyas identidades fueron manipuladas, la operación del Mosad también perjudica las relaciones con Emiratos Árabes Unidos, uno de los pocos países árabes que mantienen cierto nivel de contactos con Israel.
Meir Dagan, jefe del Mosad desde hace ocho años, está en la picota y varios analistas políticos exigen su renuncia. Partidario de la mano dura y aclamado por su audacia, se da por hecho que su cerebro orquestó el asesinato en febrero de 2008 de Imad Mugniyeh, líder militar de Hezbolá, y varias operaciones más contra agentes de Hamás, Hezbolá, científicos nucleares iraníes y traficantes de armas durante los tres últimos años.
Un jefe de Hamás
- Mahmud al Mabhuh. Nació en el campo de refugiados de Yabalia (Gaza) en 1960. Siendo adolescente, se unió a los Hermanos Musulmanes y, a finales de los ochenta, durante la primera intifada, a Hamás.
- La milicia de Hamás. Al Mabhuh se exilió en Damasco en 1989 tras el secuestro y asesinato de dos soldados israelíes. Fue uno de los fundadores de las brigadas Ezedín el Kassam, el brazo armado de Hamás.
- Escenario del crimen. El 20 de enero, el radical palestino fue asesinado en un hotel de lujo de Dubai.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.