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El conflicto de Oriente Próximo

Rusia congela la entrega de armas a Irán

El Kremlin deja en el aire un contrato con Teherán tras la visita de Netanyahu a Moscú

Pilar Bonet

Rusia encontró ayer un vago pretexto técnico para ganar tiempo y congelar en la práctica el suministro de complejos de misiles antiaéreos S-300 a Irán. De este modo, reforzó la idea de que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, abandonó Moscú la víspera tras conseguir parte de sus fines en sus entrevistas con el presidente, Dmitri Medvédev, y el jefe de Gobierno, Vladímir Putin.

Hay indicios, ni confirmados ni desmentidos, de que el político israelí y sus interlocutores rusos podrían haber llegado a un acuerdo tácito mediante el cual Moscú se abstiene de despachar a Irán los sistemas S-300 y Tel Aviv, de vender armamento a Georgia. Antes de la guerra ruso-georgiana de agosto de 2008, Israel suministró aviones de reconocimiento sin piloto a Tbilisi y también entrenó al Ejército georgiano.

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En virtud de un contrato de 2005, Moscú debe suministrar a Teherán cinco sofisticados sistemas S-300, capaces de repeler misiles de crucero y aeronaves, por un valor que se calcula en 800 millones de dólares (unos 590 millones de euros). Sobre el telón de fondo de la creciente alarma por el programa nuclear iraní, los dirigentes rusos son presionados tanto por Teherán, que les reclama el cumplimiento de sus compromisos, como por Washington y Tel Aviv, que exigen su cancelación. Los S-300 dificultarían un eventual ataque de Israel o EE UU para impedir que el régimen del presidente Mahmud Ahmadineyad fabrique la bomba atómica.

En respuesta a una pregunta del periódico Kommersant sobre los suministros de armamento a Georgia, Netanyahu no confirmó de forma explícita la existencia de un pacto de abstención con Moscú, pero afirmó que, "en lo que se refiere a suministros de armas, siempre tenemos en cuenta la preocupación de todas las partes y esperamos que Rusia hará lo mismo, [es decir] actuar en interés de la estabilidad en las regiones inestables". "Tenemos en cuenta su preocupación y las preguntas que ustedes hacen y pedimos a Rusia que actúe del mismo modo cuando se trata de nuestra seguridad", dijo.

Sobre el destino de los S-300, Mijaíl Dmítriev, el jefe del Servicio Federal de Cooperación Militar y Técnica (entidad responsable de exportación de armas), manifestó ayer que, "de momento, no se ha tomado la decisión de cuándo se suministrará este complejo a Irán". Dmítriev confirmó así las declaraciones de su adjunto, Alexandr Fomin, a la agencia Interfax. Fomin, que asistía a una feria de armamento en Nueva Delhi, dijo que en el suministro de los S-300 "hay un retraso por problemas técnicos" y que éste "se realizará cuando se eliminen [esos problemas]".

Sin embargo, el ingeniero jefe en la oficina de diseño de sistemas misilísticos de la empresa Almaz-Antéi, Vladímir Kaspariants, desmintió las excusas rusas. "No hay problemas técnicos en el S-300. Es un asunto político", sentenció Kaspariants desde las dependencias de Almaz-Antéi en Elektrostal, en Moscú.

Pese a sus buenas relaciones políticas y económicas con Teherán, Moscú comparte la preocupación occidental por el programa nuclear iraní y admite la posibilidad de sanciones, aunque no se deja arrastrar por los planteamientos radicales. Refiriéndose a los debates sobre sanciones entre Rusia con otros miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, Netanyahu se mostró escéptico y opinó que éstas "no tendrán la masa crítica necesaria". Para lograr un efecto se necesitan, subrayó, "sanciones paralizadoras". Netanyahu mencionó entre ellas la paralización de las importaciones iraníes de refinados de hidrocarburos y de sus exportaciones de crudo. "Ha llegado el momento de la verdad para la comunidad internacional", advirtió.

"En el tema de las sanciones, la posición de Rusia no ha cambiado. Rusia aún cree que Irán debe cooperar de forma más activa y amplia con el Organismo Internacional de la Energía Atómica [OIEA] y otros países", explicó la portavoz del Kremlin Natalia Timakova.

Por otra parte, el mando militar ruso trató ayer de disuadir a EE UU de un eventual ataque a Irán. "Las consecuencias de ese ataque serán horribles no sólo para Irán, sino para toda la región", afirmó el jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Nikolái Makárov. Éste explicó que EE UU no puede permitirse una tercera operación militar además de las que mantiene en Afganistán e Irak. "Por eso, a medida que va resolviendo sus tareas en Irak y Afganistán, EE UU puede [plantearse] atacar a Irán", dijo. "Irán es nuestro vecino y nosotros vigilamos atentamente la situación y las autoridades rusas hacen todos los esfuerzos necesarios para que esto no suceda", afirmó el jefe del Estado Mayor.

Rusia también recordó ayer que sigue esperando la respuesta de Irán a las propuestas que Moscú, Washington y París le hicieron el año pasado para resolver su problema nuclear. "Quisiéramos esperar que [la respuesta] será positiva", manifestó el viceministro de Exteriores, Serguéi Riabkov. La propuesta ruso-estadounidense-francesa fue reiterada al director general del OIEA, después de que Teherán comunicara que ha comenzado a enriquecer uranio al 19,75%.

"Ello no significa que las tres partes estén revisando sus propuestas y estamos listos a volver a ellas si Irán lo considera posible", dijo Riabkov, explicando el contenido del mensaje conjunto al OIEA. Occidente propone sacar de Irán su uranio de bajo enriquecimiento, llevarlo a un tercer país y allí procesarlo hasta convertirlo en combustible para los reactores de investigación iraníes. Por el contrario, Irán quiere producir uranio de bajo enriquecimiento y mantenerlo en su territorio hasta que les entreguen las barras de combustible.

Benjamín Netanyahu y Vladímir Putin, en Moscú el martes.
Benjamín Netanyahu y Vladímir Putin, en Moscú el martes.AP

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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