_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tirar del carro o pinchar las ruedas

Dice la sabiduría popular que dos no riñen si uno no quiere; tampoco hay posibilidad de conseguir acuerdos que impliquen cesiones entre las partes si los interlocutores no los consideran en alguna medida beneficiosos para sus propios intereses. En cualquier caso, las sombrías perspectivas de la economía española, azotada por el creciente desempleo (más de cuatro millones de parados), el elevado déficit (un 14,4%), el encarecimiento de una deuda en rápido aumento y los problemas financieros creados por la burbuja inmobiliaria, han ayudado a vencer las resistencias de los sindicatos y de la patronal para acordar el marco de la negociación colectiva durante los próximos tres años y para discutir con el Gobierno la reforma del mercado laboral.

El Monarca llama a la unidad de las fuerzas políticas, sociales y económicas frente a la crisis

No resultará fácil, en cambio, que el presidente Zapatero y el líder del principal partido de la oposición aparquen sus diferencias y suscriban un Pacto de Estado frente a la crisis. El Pleno del Congreso de hoy servirá para calibrar la viabilidad de ese entendimiento entre los dos grandes partidos estatales. Las implicaciones políticas de la coyuntura económica predecible para 2012 condicionarán las actitudes del Gobierno y de la oposición: mientras que la prolongación o el agravamiento de la crisis favorecería el triunfo electoral del PP, una recuperación de las tasas de crecimiento y del empleo daría esperanzas a los socialistas.

El Rey se ha unido a las voces favorables a los pactos frente a la crisis. A ningún demócrata se le ocurrió preguntar críticamente durante la noche del 23-F por el encaje constitucional del ejercicio de las competencias de Juan Carlos l cuando se echó a las espaldas todo el peso del Estado para liberar al Gobierno y a los diputados secuestrados en el Congreso por el teniente coronel Tejero y para cortar la propagación a otras regiones militares del bando sedicioso del Capitán General de Valencia. No hay que recurrir a las teorías de Carl Schmitt sobre la soberanía y los poderes excepcionales para explicar que el Rey actuó la noche del 23-F en su triple papel de titular de la Corona, Jefe del Estado y Mando Supremo de las Fuerzas Armadas.

Sin embargo, en una situación de normalidad el Rey se halla sometido a la Constitución como los demás poderes del Estado. El Título II establece que su persona es inviolable y no está sujeta a responsabilidad: sus actos requieren el refrendo del presidente del Gobierno (o de los ministros correspondientes) para tener validez. Aunque el ámbito de la privacidad del Rey se halla fuera de esa obligada cobertura gubernamental, la actuación pública necesitada de refrendo también ofrece zonas de indefinición y líneas de sombra. La facultad de moderar y de arbitrar el funcionamiento de las instituciones precisa de un ámbito de ejercicio propio, siempre que la neutralidad institucional delRey situada por encima de los intereses partidistas quede a salvo.

¿Dónde situar los contactos del Jefe del Estado -oficialmente anunciados desde el palacio de la Zarzuela- con personajes públicos como los secretarios generales de la UGT y Comisiones Obreras, destacados actores del escenario político actual? La audiencia dada la semana pasada por el Rey a Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo ha sido interpretada en algunos medios como parte de una estrategia más general para forzar el Pacto de Estado frente a un deterioro que no cede a las medidas hasta ahora adoptadas. La pregunta sobre el origen de la iniciativa del Rey sólo puede ser contestada mediante conjeturas: o bien respondió a una decisión personal plenamente autónoma del Jefe del Estado, o bien fue resultado de una petición del Gobierno, motivadas en ambos casos por una visión dada de los intereses generales.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sea cual sea el resorte último de sus intervenciones públicas en favor de los acuerdos políticos, económicos y sociales, el Rey puede haber sido sensible a las reiteradas exhortaciones a trabajar denodadamente, arrimar el hombro y tirar del carro que la vicepresidenta primera suele dirigir a sus compatriotas (aunque sean estudiantes o no hayan logrado entrar todavía en el mercado laboral, estén en el paro o disfruten de la jubilación) tras cada Consejo de Ministros. Todo hace prever, sin embargo, que Zapatero invitará hoy a Rajoy sin ningún resultado a empujar la furgoneta o cuando menos a no pinchar las ruedas del vehículo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_