La cuna de los vigueses
El Ayuntamiento de Vigo abre al público la musealización de los restos arqueológicos del monte de O Castro
El bicentenario de la revuelta popular sobre las tropas napoleónicas que cristalizó en la llamada Reconquista de Vigo de 1809 se celebró el año pasado por todo lo alto. A falta de que se haga público un programa oficial, todo parece indicar que mucho más discreta será la conmemoración de otro cumpleaños bicentenario, el de la declaración oficial de ciudad, título concedido en marzo de 1810 mediante una Real Orden del Consejo de Regencia de España e Indias, que otorgó a la entonces villa de Vigo el privilegio y título de "Ciudad Fiel, Leal y Valerosa". El rey Fernando VII confirmó la declaración en 1819, y quizá las autoridades locales prefieran fijar los fastos para dentro de una década, también con la esperanza de que el chaparrón económico-financiero se haya despejado.
Las edificaciones fueron habitadas entre los siglos I a. C. y III d. C.
"Fue el centro político y económico de un área formada por otros castros"
Lo cierto es que Vigo, comparada con otras ciudades gallegas, es todavía una jovencita de tan sólo doscientos años. Sin embargo, los rastros de sus primeros pobladores alcanzan a situar los orígenes de este asentamiento en ese horizonte difuso de milenios que los arqueólogos persiguen bajo tierra y, en este caso, "frente al mar", donde el polifacético intelectual galleguista Xosé María Álvarez Blázquez ubicó el nacimiento de Vigo en su obra A cidade e os días (publicada en 1960 y reeditada por Xerais en 2008).
Cronista oficial de la ciudad, entre múltiples ocupaciones, el humanista ejerció su vertiente arqueológica con intensidad para rescatar de la oscuridad subterránea y secular los pasajes más antiguos de los avatares vigueses, también con la intención de dar contestación a los postulados que, por aquellas épocas, consideraban a Vigo como una urbe sin historia y mera sucursal de la expansión de la industria conservera catalana.
Desde su puesto como comisario de exposiciones del Museo Municipal Quiñones de León, Álvarez Blázquez emprendió, en la década de los 50, la primera excavación con criterios científicos de los restos arqueológicos localizados en el monte de O Castro, y que ya habían llamado la atención de otros investigadores desde finales del siglo XIX, como Castelao, Cuevillas y Filgueira Valverde. Entre otros hallazgos, Álvarez Blázquez descubrió la primera vivienda circular en la ladera noroeste, una pendiente rocosa actualmente cruzada por una vía que recibe el nombre de este hombre de cultura. Allí mismo es donde, hace una semana, la Concejalía de Patrimonio Histórico abrió al público un museo al aire libre en donde es posible pasear entre las huellas de aquellos pioneros que vivieron en O Castro entre los siglos I a.C. y III d.C. Son los antepasados de los habitantes del Vicus romano que creció y se desarrolló en la ribera de O Berbés, junto al mar.
"Los restos excavados son una pequeña parte del oppidum de Vigo, un gran castro que ocuparía buena parte del monte sobre el que se sitúa, y se trataría de un poblado de grandes dimensiones, casi una ciudad, que probablemente fue el centro social, económico y político de un área que incluiría otros castros próximos", explica la arqueóloga municipal Cristina Toscano.
La musealización de los vestigios, en la que se han invertido ocho meses de trabajo y un millón de euros del Plan E, dispone ante los visitantes tres estructuras de tipología castrexa, amuebladas y ambientadas, en el interior y en el exterior, junto a más de una veintena de rastros de edificaciones levantadas en diferentes momentos constructivos a las que se accede mediante pasarelas y caminos y acompañadas de una narrativa de carteles, maquetas y señales que aportan información acerca del modo de vida de sus habitantes y sus relaciones con sus vecinos.
Convencido de que el castro será un nuevo punto de encuentro social e icono histórico de la ciudad, el teniente de alcalde de Vigo, el edil nacionalista Santiago Domínguez afirmó que el yacimiento "es una sala más del Museo Quiñones de León, al igual que la villa romana de Toralla", en alusión a otros restos arqueológicos de la ciudad.
Durante el fin de semana pasado, el de su inauguración, el poblado de O Castro recibió 1.500 visitantes. Desde su colocación, las siluetas de los castrexos que aparecen en determinados puntos de la excavación para dar sentido a los restos no han dejado de tener compañía. Antes de que se abriese a la contemplación general, los vándalos dejaron su firma en las maquetas. Por ese motivo, la instalación, incluida una zona de reserva para investigaciones futuras y realización de actividades complementarias, se encuentra vallada y vigilada por cámaras de vídeo las 24 horas del día. El horario de apertura es de 10.00 a 14.00 y de 16 a 18 horas, de martes a domingo.
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