"No soy parte del mundo moderno"
Martin Scorsese no ha parado. En diez años, ha realizado seis películas de géneros muy distintos y nuevos para él. En Berlín, acaba de presentar Shutter island, un filme perturbador, basado en la novela homónima de Dennis Lehane, en la que explora el inquietante terreno del terror psicológico.Llega a la entrevista de muy buen humor. Sonríe continuamente y a veces suelta la carcajada. Pide un café que no toca. Habla rápido y enfatiza su discurso con las manos y con los ojos, que a veces abre como platos tras sus gafas de pasta negra. A los 67 años y con una producción polifacética, asegura que sigue hablando de lo mismo: su gente, su barrio de Queens, las personas que encontró a lo largo de su vida.
"A Hitchcock, Kubrick y Bertolucci vuelvo una y otra vez"
"En Nueva York, Cristo habría vivido entre drogadictos y prostitutas"
Pregunta. ¿Por qué ha querido explorar un nuevo género?
Respuesta. Por un impacto emocional. Cuando terminé de leer el guión, el personaje me conmocionó tanto que me encontré con lágrimas en los ojos. Ni siquiera había entendido bien las últimas líneas, no sabía si se trataba de un hombre bueno o de un monstruo. Volví a leerlo y me emocionó ver que siempre parecía ser una cosa y luego era otra, y luego otra, y otra, y otra más. Si yo podía lograr ese impacto y trasladar el poder psicológico que me había imaginado a la pantalla, con los actores, las luces y la música..., estaba seguro de que era un magnífico puzzle.
P. ¿Cómo logró el delicado equilibrio que rige este puzzle?
R. No lo sé, creo que simplemente saltamos adentro. Buscamos la esencia, no la encontrábamos, entonces seguimos buscando hasta que la encontramos. En algunos momentos me divertí pero durante la mayoría del rodaje me dominaba el miedo. Fue perturbador. Y el montaje fue incluso peor.
P. ¿Se involucra todavía en las películas que dirige?
R. Creía que ya no, pero me sigue ocurriendo. De repente empecé a sentirme muy triste por el sufrimiento que rodea esta historia. Tenía que contarla. Trata del descubrimiento. ¿Cuál es la historia más importante del mundo occidental? Conócete a ti mismo. Creo que existimos para esa búsqueda. Conocernos a nosotros para encontrar la paz. Con nosotros mismos y los demás. Ya lo toqué en Toro Salvaje, cuando Robert De Niro mira en el espejo y pronuncia su discurso. En este momento logra la paz, y cierta redención.
P. ¿Ha logrado usted paz?
R. Espero lograrla. Tengo dos hijas mayores, de mi primer matrimonio. Y ahora tengo otra familia con una niña pequeña, que acaba de cumplir 10 años. Vivir con un hijo pequeño ayuda mucho. También los perros.
P. Volvamos a la película. Se investiga el miedo, pero también la pérdida...
R. Cuando te haces mayor, hay muchas cosas que giran alrededor de la pérdida. Tus amigos empiezan a morir. No hay tiempo para hacerse nuevos. Sobre todo ¿Dónde los vas a buscar? Los más jóvenes no son de tu tiempo, no escucharon a Elvis Presley en 1953. Quizá lo escucharon en 2003 pero no hay contexto para la discusión intelectual. Cuando te haces mayor te vuelves más reservado, si tienes una familia te relacionas con tu familia, e intentas hacer bien tu trabajo. Yo no formo parte del mundo moderno por eso, si la historia que voy a narrar tiene raíces en estilos viejos, abrazo esos estilos y si las referencias a estos estilos interesan a la gente más joven, pueden ir a ver los originales.
P. ¿Hitchcock es una de sus referencias?
R. Siempre está Hitchcock. Hitchcock, Kubrick y Bertolucci son esos directores a los que vuelvo a ver una y otra vez. Empecé a ver a Hitchcock como entretenimiento pero después descubrí algo que tenía a que ver con los personajes principales, algo que te hacía sentir responsable y te involucraba en cosas que no habías hecho. Y también me ha encantado siempre la precisión de ese mundo artificial. Yo soy lo opuesto, mis raíces tienen más a que ver con Cassavetes, pero los movimientos de la cámara de Hitchcock expresan sensaciones. Son muy expresivos. Sigo viendo Vértigo muy a menudo.
P. En una vieja entrevista publicada en The New York Times, usted dijo que empezó a hacer películas para hablar de su gente, del mundo en el que vivía. ¿Sigue esa idea tras sus películas actuales?
R. Si totalmente. En particular mi la escuela. Los profesores eran religiosos, dos eran curas, uno de ellos sigue viviendo, es un ítaloamericano. Cuando tenía once o doce años nos hablaba, nos guiaba, nos hacía pensar, 'no tenéis que vivir como la mayoría de la gente de este barrio, tenéis que salir de aquí, usar vuestra cabeza, leer'. Sigue siendo una fuente de inspiración para mí a la hora de hacer películas. Luego había otro nivel, el de la gente del barrio que no eran trabajadores honestos, sino criminales organizados, amigos míos. Siempre sentiré atracción por las historias de la gente de esos niveles sociales, en particular por los valores del sacrificio y del sufrimiento. Si Jesucristo hubiese vivido en el 1985 en Nueva York, no habría vivido en casa del alcalde, sino en 8th Avenue, entre los drogadictos, las prostitutas y los sin techo, y ésa es la sociedad que lo rechazaría. Eso es lo que me interesa de la cristiandad, y siempre estará presente. Pero luego conocí también a más gente, no sólo a criminales.
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