Piso pequeño, grandes ideas
Uno termina adaptándose a vivir en pocos metros. Pero esta situación hecha de gestos automáticos y hábitos cambia cuando se comienza a vivir en pareja. Todo se trastoca, y el entusiasmo por empezar una nueva vida viene de la mano de la necesidad de acoplar dos formas distintas de hacer las cosas.
El problema es que los metros cuadrados son los que son y esto no se puede cambiar. La resignación tampoco vale, de modo que reflexionar sobre los tópicos acerca del uso del espacio sirve para darle un nuevo enfoque a la convivencia.
Rubén Picado y María José de Blas conocen a fondo este tema; son arquitectos y pareja. Ellos insisten en que es muy importante tener una visión realista, poco sujeta a convenciones. Hablan de desligar el lugar de la función, es decir, que las áreas de una casa no tienen por qué tener un uso fijo: desde las nueve y media de la mañana hasta las seis de la tarde un salón será un despacho para, a partir de esa hora, volver a ser sala de estar. Para ellos, todo lo que contiene una casa merece una nueva mirada. Se trata de encontrar otra manera de hacer las cosas. El mismo suelo puede elevarse 20 centímetros y cumplir el papel de un armario horizontal para CD. También hacen hincapié en organizar muy bien las zonas de almacenaje para los objetos de uso personal. Cada miembro de la pareja tiene sus propias ideas sobre el orden y esto es algo que conviene respetar.
Para aprovechar bien una vivienda pequeña hay que empezar por olvidarse de los metros cuadrados que faltan
Otro problema es cómo se va a administrar ese mundo; cuáles serán los lugares de uso personal y cuáles los de uso común. Para la psicoanalista Manina Peiró, la convivencia implica "tener una zona intermedia que se crea con el tiempo en los puntos que más se comparten, fundamentales porque son los escenarios de la comunicación, más unos pequeños espacios personales para cada uno". También subraya la importancia de poder estar a solas en un determinado momento. Una suerte de juego del escondite que permite desarrollar la propia subjetividad, pero que no implica ocultarse o aislarse. Es como ir a una biblioteca: se está a solas, pero al mismo tiempo, compartiendo el lugar con otros.
Llevar este programa a la práctica requiere, ante todo, tener muy claro si la casa será sólo vivienda o si también se trabajará en ella. Además de pensar cuáles serán esos puntos de almacenaje en común y cuáles los personales. Y buscar todo lo que simplifique la tarea de recoger la casa. Cuando hay poco espacio, un bolso fuera de su sitio ya es un desorden.
El fotógrafo Pablo Genovés, que vive con su pareja, insiste en lo de ser ordenado y metódico. En su casa (la que sale en estas imágenes), el uso de cada metro cuadrado está muy calculado. Se trata de una vivienda pequeña, pero hecha a la carta por el estudio de arquitectura Nuñez & Ribot, creadores del sistema de construcción industrializado Cuatro 50, y construido por la empresa Ditecvi. Pensada como un ático, está hecha con paneles de acero galvanizado tanto en la distribución especial como en los materiales exteriores e interiores. El dormitorio se cierra con una puerta corredera, tiene abundante luz natural y el color se reservó para los electrodomésticos. Un truco: tienen dos lavavajillas pequeños que siempre están llenos, puesto que los usan tanto para lavar como para guardar la vajilla, lo que permite tener siempre recogida la cocina.
Lo que también hay que valorar son las posibilidades de transformación que tiene cada zona y el mueble adecuado para esa función. Por ejemplo, para dormir se puede optar por una cama que quede a la vista las 24 horas del día o por un sofá-cama que durante el día funcione como punto de reunión, tipo diván. Además de tener un estilo y una función, esos objetos serán los ejes en la vida doméstica y, ante todo, deben ser cómodos.
La iluminación también puede utilizarse para subrayar la versatilidad de un espacio. Conviene que tanto los apliques como las lámparas de pie o de mesa sean flexibles, capaces de iluminar en más de una posición.
Tener una zona más silenciosa para trabajar o leer se puede conseguir sin necesidad de cerramientos permanentes. Picado y de Blas sugieren utilizar telas especialmente pensadas para el teatro. Su apariencia es la de un tejido de tapicería normal, pero llevan varias capas de materiales aislantes. También se pueden usar vidrios laminados como puertas correderas. Ángel Díaz Herrero, especializado en cerramientos hechos con este material, insiste en que sus posibilidades para el interiorismo son enormes porque se puede escoger entre distintos tipos de acabados y de carpinterías que se hacen cada vez más ligeras y fáciles de integrar.
Olvidarse de los metros que faltan, garantizar unos elementos fijos muy pensados y concebir cada espacio como capaz de transformarse según las necesidades de sus dueños. Ése es el sistema de tres pasos para aprovechar mejor una vivienda pequeña.
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