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Occidente ve las sanciones a Irán como el "único camino"

Teherán prevé la construcción de otras 10 plantas nucleares

Ángeles Espinosa

Estados Unidos y la Unión Europea, burlados una y otra vez por Irán en el terreno nuclear, están decididos a poner en marcha una nueva ronda de sanciones económicas contra la República Islámica y a prestar apoyo moral a la anunciada nueva ronda de protestas callejeras contra la manipulación electoral del pasado verano. El aniversario de la revolución islámica, que se conmemora el jueves, quiere ser usado por la oposición para dejar de nuevo en evidencia al Gobierno.

EE UU y la UE están en sintonía a la hora de estrechar el cerco a las ambiciones nucleares de Teherán, que anunció el domingo su voluntad de enriquecer uranio al 20%, paso que le acercaría al nivel requerido para armas atómicas. "Lo único que podemos hacer, lamentablemente, es aplicar sanciones, dado que las negociaciones ya no son posibles", dijo ayer el ministro de Exteriores francés, Bernard Kouchner, tras entrevistarse en París con Robert Gates, jefe del Pentágono. Gates abundó en la idea: "El único camino que nos queda en este momento es el de la presión, pero para eso hará falta que toda la comunidad internacional trabaje unida".

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Puede amalgamar esa unidad internacional la represión con que se espera que el Gobierno iraní responda a las protestas previstas para el jueves. En un riguroso comunicado conjunto poco habitual ante situaciones políticas, EE UU y la UE se dicen "particularmente preocupados por el potencial de violencia y represión en los próximos días".

Irán comunicó ayer al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) que va a enriquecer uranio al 20% a partir de hoy. Teherán invitó a sus inspectores a observar el proceso. Aunque no está claro si el Gobierno iraní busca reforzar su posición negociadora en las conversaciones nucleares con Occidente o si es preso de las luchas internas de poder, su actitud sólo puede aumentar las sospechas sobre sus intenciones.

Hasta ahora, y en contravención de cinco resoluciones de la ONU, Irán ha estado enriqueciendo uranio a entre el 3% y el 5%, el porcentaje requerido para el combustible nuclear de uso civil. El paso al enriquecimiento al 20% (para un reactor de investigación) preocupa porque supone un salto cualitativo que convierte en una cuestión de tiempo el que pueda alcanzar entre el 80% y el 90% necesario para fabricar un arma atómica.

Aun así, la producción no se logra de un día para otro. Requiere el rediseño de las cadenas de centrifugadoras que tiene en operación. Pero el problema mayor no está ahí, sino en el encapsulado del combustible en las barras que necesita el reactor, una tecnología que, a día de hoy, sólo tienen Francia y Argentina. De ahí que los observadores vean en el anuncio más un órdago a Occidente que una amenaza inmediata.

Tal interpretación se refuerza con las declaraciones del director de la Organización de la Energía Atómica de Irán, Ali Akbar Salehí, quien ayer reiteró que su país "va a poner en marcha 10 plantas de enriquecimiento el año próximo [que en Irán empieza el 21 de marzo]".

Pero si después de siete años de trabajos aún no hay centrifugadoras en la planta de Fordu y las 8.000 instaladas en Natanz están muy lejos del objetivo anunciado de 50.000, el anuncio de 10 nuevas plantas sólo puede ser un farol o un mensaje. Dentro de Irán, muchos analistas se muestran convencidos de que el presidente, Mahmud Ahmadineyad, desearía un arreglo de la cuestión nuclear que le ayudara a recuperar la legitimidad perdida desde las elecciones. Sin embargo, sus rivales políticos, tanto desde la oposición como desde el entorno fundamentalista, le quieren negar ese triunfo. El último órdago le habría servido para acallarlos.

Ante el nuevo desafío de la oposición, que planea tomar las calles para el 31º aniversario de la revolución islámica, el propio líder supremo lanzó ayer una advertencia. "Los iraníes les darán un puñetazo en la boca", dijo Alí Jameneí en referencia a las potencias extranjeras que, según la propaganda oficial, están detrás de las protestas. Las autoridades no parecen dispuestas a asumir riesgos. En los últimos días han procedido a la detención de numerosos activistas y de una decena de periodistas.

Ahmadineyad habla bajo un retrato del líder supremo, Alí Jameneí, durante un acto en Teherán.
Ahmadineyad habla bajo un retrato del líder supremo, Alí Jameneí, durante un acto en Teherán.EFE

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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