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Reportaje:

Un pulso con la muerte y el azar

El Gran Palais de París muestra las obsesiones de Christian Boltanski - El artista francés graba el día a día de una apuesta con un millonario

Antonio Jiménez Barca

Christian Boltanski (París 1942), uno de los artistas plásticos vivos más importantes de Francia, es un tipo maniático, inclasificable, simpático, charlatán y sombrío. Está obsesionado por la muerte, el olvido, la memoria, el azar y el escaso -o inexistente- rastro que deja cualquier vida tras desaparecer. Hasta el 21 de febrero, el Grand Palais de París acoge un montaje suyo. La obra se titula Personnes, que en francés juega con el doble sentido de personas y nadie, y es un trabajo un tanto indescriptible: hay una montaña del tamaño de tres pisos de ropa usada debajo de una grúa que baja cada cierto tiempo, muerde un puñado de abrigos y vestidos para devolverlos después y volver al punto de partida.

"La grabación se amortiza en ocho años. Si muero antes, él gana"
"Quiero salvar la pequeña memoria. Pero la vida no se puede atrapar"

"Para mí es una idea de Dios o el azar. La pregunta es: ¿por qué coge esta chaqueta y ésta no? Cuando uno llega a mi edad, todo se convierte un poco en un campo minado, ves cómo unos amigos caen y otros no. La máquina va a ser desagradable. Todo va a ser desagradable. No creo que nadie aguante ahí más de 10 minutos", explica. No se sabe cuánto han aguantado, pero en menos de un mes ya han pasado por ahí 70.000 personas.

Su taller, en las afueras de París, es un poco como él: difícil de encajar. Boltanski trabaja solo, rodeado de ejemplares de periódicos de sucesos, guías de teléfonos llenas de nombres de personas que ya no existen o colecciones de fotografías viejas de personas desconocidas. Dice que usa tanto la fotografía en un intento de "salvar la pequeña memoria, no la gran memoria de las guerras ni la historia". Aunque también reconoce su fracaso de antemano: "La vida no se puede atrapar". Es un artista empeñado en luchar contra la muerte y que, sin embargo, desprende felicidad.

"Yo soy muy optimista, muy feliz. Simplemente, creo que hay pocas cuestiones existenciales importantes: la muerte es una. Todo el mundo sabe que va a morir, así que es mejor habituarse".

Su nuevo proyecto nació de un pacto con un millonario jugador que vive en Tasmania. Quería comprarme algo. Pero a mí lo que me atraía de él era precisamente su lado de jugador, y eso que dice de que no pierde nunca", dice Boltanski. El artista ha permitido que una cámara le grabe continuamente desde el 1 de enero y que se emita, en directo, en una gruta de Tasmania. El millonario ingresa una cantidad pequeña, fija y mensual, de por vida, hasta que Boltanski muera.

"Teniendo en cuenta lo que valdría una grabación así en el mercado del arte, la obra quedará amortizada en ocho años. Si muero antes, él gana dinero. Si muero después, gano yo. Si muero a los ocho años, quedamos empatados. Pero si es verdad que él nunca pierde, yo debería morir antes. Y si hago esto es porque pienso que debemos hablar de la muerte, retarla".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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