Paréntesis de libertad para el 'chef' de moda
La noticia para el mundo es que El Bulli cerrará dos años (2012 y 2013) como restaurante. La noticia para el mejor cocinero del planeta y titular del templo gastronómico de Cala Montjoi (en Roses, Girona) es que cambia de rumbo. Pararse a pensar para seguir siendo feliz es su argumento de peso. "Estoy contento con la decisión, es algo personal y laboral", dijo hace unos días en Madrid Fusión. Y repitió hasta la saciedad que no se va: "No se cierra el espíritu de El Bulli, seguiremos trabajando, nuestro reto sigue siendo la creatividad". Y es que conociendo al genio, aunque esté en ralentí se está moviendo. Lo de Adrià, en palabras de Juan José Millás, será como "una siesta hiperactiva". "En el formato actual me es imposible seguir creando. No podemos seguir así con este ritmo", dice. Y "este ritmo" son 25 años con 15 horas de trabajo diario. Porque Adrià es un currante que no sabe estarse quieto. Pero sí sabe que se puede optar -si se le puede llamar así- por otra rutina satisfactoria.
El taller de investigación de Adrià y su equipo seguirá en Barcelona, en Cala Montjoi, en la Fundación Alicia (con sus trabajos sobre Alimentación y Ciencia), en su acuerdo con la Universidad de Harvard, en los congresos, en los viajes en que absorbe cultura como una esponja, en el refugio de la familia que sustenta sus principios...
La decisión, confiesa el chef, "ha sido muy meditada" y ha sopesado mucho cómo afectaría a su entorno: "Tengo un compromiso con mucha gente". La vanguardia, la creatividad no es una actividad solitaria, sino "compartida con todo el mundo". "La cocina española ha conseguido lo impensable. Estamos a medio camino y se puede mejorar", asegura.
"Los líderes no pueden parar. Nos haces una faena", le decían medio en serio medio en broma sus colegas de la galaxia culinaria española. Pero la vanguardia no se queda huérfana, porque además del sol hay otros astros. Así que si hay dos años un eclipse, en la otra cara se estarán cociendo muchas cosas.
El talento de Adrià es imprevisible. Tras la "bomba" del apagón de El Bulli le quedan, dice, "dos años de explicaciones de los efectos colaterales". "Estudiaremos el formato nuevo. En 2014 sí se ofrecerá comida de alguna manera, puede que un banquete para mil o para una persona", avanza, pero insiste: "Habrá mucha libertad y seguirá el compromiso de compartir". Ahora, si le dejan respirar, intentará cumplir su deseo y el de su equipo: "Necesitamos normalizar nuestras vidas".
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