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El futuro de Turquía

Erdogan: "Sarkozy dice cosas sin razón"

El primer ministro turco critica el bloqueo francés al ingreso del país en la UE y sostiene que la incorporación de un Chipre dividido a Europa fue un error

Juan Carlos Sanz

"Éste es un lugar cargado de historia", se ufanó el primer ministro turco tras hacer su entrada como un sultán la noche del sábado en el palacio de Dolmbahçe, sede imperial otomana a orillas del Bósforo. Recep Tayyip Erdogan, un islamista moderado reconvertido a los 55 años en reformista pragmático, presidía la ceremonia de lanzamiento del canal en lengua turca de la cadena Euronews, a la que fue invitado EL PAÍS junto con otros medios de comunicación europeos.

"La entrada en la UE es un sueño de nuestro país desde hace medio siglo", reconoció Erdogan poco antes de que los periodistas turcos recién incorporados al canal multilingüe de noticias iniciaran desde Lyon, en los estudios centrales de Euronews, la cuenta atrás para lanzar al aire la señal. Era la imagen del propio Erdogan, en unas declaraciones sin pelos en la lengua: "[Nicolas] Sarkozy dice cosas que se compadecen mal con la razón. Haga lo que haga el presidente francés, nosotros vamos a continuar el proceso mientras el resto de los países miembros de la UE no digan que no quieren a Turquía en la Unión. Pero una UE sin Turquía no estará completa, le faltará siempre algo".

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El primer ministro turco recordó que Bruselas mantiene bloqueados ocho capítulos del proceso de negociaciones de adhesión, que arrancó en 2005 y apenas ha avanzado: cuatro están paralizados a petición de Francia y el resto por el veto de la República de Chipre. "¿Quién está siendo honesto sobre Chipre?", se interrogó el mandatario. "El hecho de que sólo el sur de Chipre haya entrado en la UE es un error histórico. En el norte de Chipre [ocupado por tropas turcas desde 1974] hay una población y un Estado diferentes". Para Erdogan, "se ha creado un proceso repleto de hipotecas y llevará mucho tiempo encontrar una solución [a la partición de la isla]".

En una reciente visita a Madrid, el ministro de Asuntos Europeos turco, Egemen Bagis, parafraseaba al filósofo español José Ortega y Gasset. "Europa es el problema y Turquía es la solución". Responsable de Política Internacional del Partido de la Justicia y el Bienestar (AKP), que ha arrollado en todas las elecciones celebradas en Turquía desde 2002, Bagis suele insistir en que su país es la sexta mayor economía de Europa y una formidable fuerza laboral de Europa, con una edad media de 28 años. "Pero siempre hay quien considera que Turquía es demasiado grande, demasiado pobre y demasiado musulmana como para entrar en la UE. Francia y Alemania temen tal vez perder poder, tener algún día menos eurodiputados que nosotros. Pero no nos rendiremos. Nos necesitan para luchar contra la inmigración clandestina, contra el terrorismo".

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El largo camino de Turquía hacia Europa está sembrado de baches. El acuerdo alcanzado con Armenia el año pasado para normalizar las relaciones y reabrir el paso a través de las fronteras comunes está a punto de saltar por los aires, por las presiones de Azerbaiyán, un estratégico aliado de Ankara que mantiene una disputa territorial con Armenia en Nagorno-Karabaj, y por la exigencia del Gobierno de Eriván de que los turcos reconozcan la existencia histórica del genocidio de la población armenia en las postrimerías del Imperio Otomano. Un tabú para la Turquía contemporánea. "No vamos a renegociar un acuerdo que ya está cerrado", advertía Erdogan el sábado en Estambul.

Las relaciones tampoco discurren por buen camino con Israel, que hasta ahora tenía en Turquía a su principal aliado musulmán. El incidente diplomático registrado hace un mes, cuando el embajador turco en Tel Aviv fue obligado a sentarse en una silla humillantemente baja en una visita al Ministerio de Exteriores ha encendido a los turcos. "La actitud que se tomó con nuestro embajador no tiene parangón en la diplomacia", advertía irritado Erdogan. "Tenemos acuerdos importantes con Israel, pero ahora hay una gran falta de confianza".

El Gobierno turco ha tenido problemas para mantener, ante una opinión pública indignada por la intervención militar israelí en Gaza, las relaciones de cooperación. "Si la población es atacada con bombas de fósforo y vive confinada en una prisión a cielo abierto, eso no es compatible con los derechos humanos", añadió el primer ministro.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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