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España cotiza a la baja en Davos

El reformismo de Zapatero no logra convencer al foro - Los mercados temen el contagio del déficit fiscal que arrastra Grecia

Claudi Pérez

Si hace dos años pagó 300.000 euros por esa casa que sabía que iba a doblar su precio, si ha sido uno de los dos millones y medio de españoles que han perdido su empleo en esta crisis, entonces tal vez crea las tesis apocalípticas de Nouriel Roubini sobre la economía española: amenaza derribo, según el gurú. Y probablemente no encaje las del presidente Zapatero, que ya en abril del año pasado vaticinaba que lo peor había pasado. Roubini y Zapatero presentaron en Davos dos visiones opuestas de España: pavorosa, casi sádica la del economista; suave e indulgente la del jefe del Ejecutivo. La economía española se encuentra en algún punto entre esos dos extremos, un punto que Davos escruta con atención. El Foro Económico es una suerte de Bolsa donde cotizan personas, empresas e incluso países. El veredicto: "España cotiza a la baja; en parte, de forma injusta", explica el economista Daniel Gros. "Los matices no existen para los mercados en tiempos de desasosiego y, menos aún, para Davos", dice mientras apura un humeante café.

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Dinero, peculio, pasta, guita, plata, parné. Ésa es la quintaesencia de Davos. Ésa y una buena dosis de poder, un olfato increíble para detectar tendencias, para adivinar quiénes serán los próximos triunfadores y hacer sangre con quienes pierden el tren. Davos es darwinista. Implacable. El foro dedica su tiempo a las potencias y a los que vienen pegando fuerte: China, India, Brasil. Y se ceba con los perdedores de la crisis. Grecia, Islandia, Portugal, Irlanda, España: cuando alguien busca un país con problemas, ésas suelen ser las víctimas propiciatorias. Los contraejemplos. En fin: Davos está más cerca de Roubini que de Zapatero, aunque España no haya sido el epicentro -ni muchos menos- de los debates.

"El paro rozando el 20%, el déficit público galopante y la constatación de que saldremos del túnel más tarde no ayudan. El nerviosismo de los mercados por el miedo al contagio de la crisis griega, tampoco. Al menos este año ha aparecido el Gobierno para defender que España tiene multinacionales punteras, una banca que resiste y una deuda relativamente baja", asegura Ángel Cabrera, presidente de la escuela de negocios Thunderbird.

Davos se decanta por un optimismo contenido, pero plagado de amenazas. La principal es que la colosal factura de la crisis -los estímulos públicos para esquivar una depresión- derive en una burbuja de deuda y empiecen las quiebras. Se trata de una vieja historia: Argentina, Venezuela, Corea, los países asiáticos saben mucho de eso. La novedad es que ésta es una crisis rubia y de ojos azules. Los países con problemas son los anglosajones y los europeos. Los ricos. Aunque las mayores dificultades están en la periferia de los ricos: "Grecia, sobre todo, y un puñado de países con menos problemas pero afectados por la desconfianza del mercado", explica Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland.

"España está muy mal. Mucho peor que otros países. Nos costará mucho salir de la crisis. Perderemos puestos en el escaparate internacional", profetiza Francisco Rubiralta, presidente de Celsa, en los pasillos del Congreso. Lluís Cantarell, ejecutivo de Nestlé, define el cuadro macroeconómico como "desastroso", afirma que las constantes vitales de España son "las de una economía postburbuja", pero no ve riesgos de suspensión de pagos. Y da una de las claves de la deriva negativa que ha tomado la marca España: "Los negocios españoles de los empresarios de Davos no van bien. La opinión de los medios anglosajones va calando. Y a la vez seguimos sin tener suficiente presencia internacional, a pesar de la visita de Zapatero".

El presidente del Gobierno rompió el jueves una trayectoria de años de ausencia en Davos. Al día siguiente anunció un fuerte impulso reformista (plan de austeridad, pensiones y mercado laboral) para marcar distancias con la crisis griega. El problema es que Davos desconfía. "España tiene un serio problema de credibilidad: Zapatero lo tiene. El Gobierno ha hecho una declaración de intenciones, pero las estadísticas confirman lo que ven los ojos: la gente que está en Davos conoce al dedillo las pésimas cifras de España, ha visto los efectos devastadores de la recesión in situ, y tiene una opinión clara sobre la gestión de la crisis. La credibilidad no se gana en un día con un golpe de mano", apunta Moisés Naim.

Y sin embargo todo eso no debería bastar para especular con un posible impago de la deuda, que está castigando el riesgo país (los intereses que el Estado paga por los bonos). "La deuda está 20 puntos por debajo de la media de la eurozona", argumentó Zapatero. "España tiene un historial de país serio", remachó un día antes de poner en marcha el plan para apuntalar la credibilidad fiscal española y las reformas tantas veces reclamadas por neoliberales, liberales e instituciones internacionales. Y, sin embargo, "España es una amenaza para la zona euro", replica Roubini, que ve serios riesgos de una fractura en la Unión: la posibilidad de que algún país abandone el euro. En fin, nubes y claros. Reinhart asegura que España está "relativamente mejor que Irlanda, y mucho mejor que Grecia", y aplaude el nuevo paquete de reformas, aunque matiza que lo que suceda "dependerá de cuánto dure la flojera económica".

"No va a haber impagos en la eurozona", afirma a este diario el comisario europeo Joaquín Almunia. El problema es otro: "Es muy improbable que haya impagos, pero sí va a haber defaults escondidos: países que empezarán a colocar nueva deuda a tipos de interés altísimos, como ha hecho Grecia. A la larga eso provoca una bola de nieve y los países se quedan clavados, estancados durante mucho tiempo", avisa Reinhart.

Gros añade que la capacidad de ahorro de España y la buena situación de partida de las cuentas públicas inducen al optimismo. "No va a haber ningún impago: es absurda esa sobreactuación de los mercados basada en simples rumores. Otra cosa es la salida de la crisis: 10 años de estancamiento si el Gobierno sigue en las nubes".

"A largo plazo todos muertos. Keynes tenía razón: está muerto", ironiza el profesor de Columbia Xavier Sala-i-Martín. "Se ha olvidado que después de Keynes aprendimos otras cosas, los Estados se han puesto a rescatar la banca, la industria automovilística, de todo. Se han creado una burbuja pensando que ya pagaremos más adelante. Pero el largo plazo ha llegado y esa burbuja amenaza con estallar", asegura desdeñando a quienes afirman que así se ha evitado una Gran Depresión. "En España se negó la crisis. Luego se dijo que sería algo pasajero. Ahora se afirma que la banca está bien cuando no sabemos qué diablos hay en los balances. Se anuncia un paquete de reformas: uno más. Sobra marketing, faltan hechos, sería mejor decir de una vez que España no tiene un dolor de cabeza, sino un cáncer. La única forma de intentar curarse es dar con el diagnóstico", añade con un pesimismo feroz.

Zapatero cargó en Davos contra la prensa anglosajona y contra "ciertos países" armados con vaticinios "chocantes" sobre la economía española y sus bancos. No hace falta irse tan lejos para encontrar casandras. Pero atención: circula un chascarrillo entre expertos, según el cual Davos ha predicho con éxito nueve de las cinco últimas recesiones. Puede que vaya por el mismo camino con las crisis de deuda pública.

El blog de Lluís Bassets

El oráculo 'infalible'

Davos como barómetro de la economía, Davos como Bolsa de poder, Davos como moderno, interesante y carísimo Oráculo de Delfos. Davos es una delicia para quien quiera saber por dónde van a ir los tiros (y últimamente hay tiros) en lo relativo a las grandes tendencias económicas. Aunque a menudo confirma la sospecha de que la economía es una ciencia forense: "Porque nos explica de qué ha muerto el tipo, pero pocas veces acierta a salvarlo", se mofa Antonio Baños en el libro La economía no existe. En la historia reciente de Davos hay innumerables perlas que invitan a tomarse el foro con cierto humor, o al menos a desdramatizar. En 2001, Ken Lay declaró solemnemente en Davos que Enron sería "la empresa del siglo XXI". Lay era presidente del grupo energético estadounidense que quebró en diciembre de ese mismo año. En 2004, Bill Gates vaticinó que en apenas dos años el spam (correo basura) estaría resuelto. Y en 2008, John Snow, secretario de Estado norteamericano con George W. Bush -autor de la bella frase "he abandonado los principios del libre mercado para salvar el sistema del libre mercado"- predijo una crisis "corta y suave". Y en esas estamos: dos años después el mundo se encuentra "ante una recuperación estadística, pero también ante una recesión humana", dijo ayer el sucesor de Snow en el cargo, Larry Summers.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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