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Columna
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Gripe asnal

Cuando ya hemos superado el primer tercio del invierno parece confirmarse que la anunciada pandemia de la gripe A va a quedar nuevamente en una falsa alarma. De hecho, de las 37 millones de dosis de la vacuna adquiridas por el Gobierno para alegría de la industria farmacéutica va a sobrar, aproximadamente, el 90%. En los últimos años hemos sido víctimas ya de varios de estos mensajes apocalípticos, que cada vez recuerdan más el cuento del pastorcillo mentiroso y el lobo. Hace tres años fue la gripe aviar la que podía diezmar la población y se habló incluso de la posibilidad de cerrar granjas y prohibir la caza.

Es curioso cómo estas amenazas para nuestra salud reciben a menudo nombres de animales domésticos: el mal de las vacas locas, la citada gripe del pollo, la porcina, etcétera. Yo últimamente detecto indicios de una nueva enfermedad que a buen seguro pronto será catalogada por los científicos: la gripe asnal. Uno de los síntomas de esta nueva epidemia es la incapacidad para actuar de acuerdo con el sentido común.

La referida dolencia se está cebando especialmente en los jóvenes, como puede comprobar cualquiera que se dé una vuelta por nuestras universidades: alergia a la lectura, dificultad para la comprensión, alteraciones en la función expresiva... constituyen algunas de las manifestaciones del síndrome en su fase aguda. En algunos individuos incluso pueden desarrollarse actitudes violentas, como pudieron comprobar el pasado fin de semana en Barakaldo los componentes del grupo Des-kontrol.

Como el deber del buen samaritano es ayudar al enfermo, algunas instituciones ya han comenzado a buscar soluciones para socorrer a los afectados. Así, la Universidad de Sevilla incluso había aprobado una serie de medidas (ahora dejadas en suspenso) para que los docentes tuvieran algo más de manga ancha con los estudiantes, que contagiados de tan grave afección, se vieran obligados, probablemente muy a su pesar, a tener que recurrir al uso de chuletas para superar los exámenes. El PP, por su parte, propone ampliar en un año el Bachillerato y que se pueda pasar de curso con dos suspensos.

El trastorno podría haberse extendido incluso a otros sectores, como el económico. Sólo así se entiende que el propietario de Air Comet, abocada a la quiebra, sea el encargado de guiar a la clase empresarial española. Tampoco la judicatura está completamente exenta de la nueva dolencia. Ello explicaría el que el TSJPV lleve más de un año sin poder renovar su presidencia y que la última intentona para desbloquear la situación parezca condenada al fracaso. Nos quedaba el consuelo de la Iglesia, pero las polémicas declaraciones de Munilla respecto a Haití me hacen temer que el virus esté más expandido de lo cabía esperar.

¿Nos encontraremos ante una nueva pandemia y nuestras autoridades sanitarias no se atreven a dar otra vez la voz de alarma? ¿Dónde hay que vacunarse?

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