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Reportaje:

Del folclore al 'ballet'

Un libro reinvindica la labor de la familia Olaeta en las danzas vascas - La compañía recogió la tradición y elaboró coreografías

"Los Olaeta fueron los primeros y, durante muchos años, los únicos, que convirtieron el folclore vasco en ballet". Así resume Alberto López Echevarrieta la labor que durante buena parte del siglo XX y el principio del XXI ha protagonizado esta saga natural de Gernika que imprimió trascendencia artística a un mundo, el de las danzas populares vascas, que se perdía en los años veinte, y que, como mucho, sólo era motivo de interés para algún etnógrafo.

El libro Ballets Olaeta que ha editado Bassarai en su colección Arte, escrito por López Echevarrieta, con prólogo de Kosme de Barañano, recupera la historia de esta compañía que fundó Segundo de Olaeta y que mantuvieron sus hijos Víctor, Lide, Miren Tere, Lourdes y Javier. Sobre todo el primero, Víctor, que sumó al papel que había ejercido su padre de recuperador de infinidad de pasos desde Vizcaya a Zuberoa, el de coreógrafo de más de una treintena de producciones, entre las que destacan Contrapás y museta, Sorgiñeta, o Ezpata dantza.

El embrión del grupo surgió en 1925 de una academia fundada en Gernika
En sus giras por el extranjero se convirtieron en embajadores culturales

Todo comienza en 1925, cuando Segundo de Olaeta, director de la banda municipal de Gernika se empeña en crear una academia en la que se impartiera música, danza, declamación y en la que enseñar a los niños los bailes que iba rescatando por toda Euskal Herria. Al mismo tiempo, formaba el grupo Elai Alai, embrión de los futuros Ballets Olaeta, en los que participaron entre otros, sus hijos. "La historia de esta compañía es también la de una saga familiar que vive una época apasionante", recuerda el autor del libro que recupera momentos críticos como el exilio a causa de la guerra civil y episodios inolvidables como sus giras por Estados Unidos en pleno franquismo.

Durante tres meses, recorrieron los Estados Unidos de costa a costa y ofrecieron 64 actuaciones en total, desde Nueva York a Chicago, Detroit, San Francisco o Los Ángeles. Ejercían como embajadores de la cultura vasca, al mismo tiempo que descubrían la grandes urbes norteamericanas con la mirada asombrada de quien procedía de aquella España de caspa y blanco y negro. En el libro hay imágenes de esas giras, algunas pintorescas, como la que aparecen un grupo de chicas vestidas de neskas, bajo las Rushmore Mountains, en Dakota del Sur, aquellas donde están esculpidas los retratos de los primeros presidentes del país.

Los Ballets Olaeta, según Kosme de Barañano "han sido el hilo conductor de nuestra tradición recogida del siglo XIX y aderezada con los mejores influjos del XX". No extraña, por tanto, sus triunfos más allá de los territorios vascos, porque consiguieron, sobre todo Víctor Olaeta, convertir en universales los pasos tradicionales. "El pensamiento coreográfico de Víctor, fue poderoso, basado en la verdad y por ello radiante, luminoso", añade Barañano.

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