La prueba de la 'Kon-Tiki'
Ha fallecido Knut Haugland, último superviviente de la expedición de la Kon-Tiki. Un antropólogo noruego, Tor Heyerdahl, sostenía que la población polinesia procedía de América del Sur. Como le objetaban que la travesía del Pacífico era imposible con los medios de navegación de que disponían los indios precolombinos, construyó una balsa de la misma forma y materiales que las de entonces y con cinco compañeros navegó desde el Perú hasta la Polinesia. Su conclusión fue que aunque el viaje no demostraba su teoría, destruía la única objeción que le habían opuesto.
En la Kon-Tiki pienso cuando se dice, como algo obvio, que la independencia de Cataluña es imposible. Aunque la gran mayoría de los catalanes vemos muy negativa la dependencia de España -manden los populares o los socialistas-, no nos acabamos de creer que es posible, y si lo creemos, no osamos decirlo. Desde la otra orilla se ponen muy nerviosos porque ven clarísimo que es posible, y hasta nos juzgan insinceros cuando decimos que no lo es.
Siempre latente, el independentismo despierta sin ser patrimonializado
Parecería que, en una España democrática, no hay que tener miedo a opinar sobre la cuestión, pero no olvidemos que arrastramos siglos de represión. Si en pleno esfuerzo por la recuperación de la memoria histórica muchas víctimas aún temen hablar, no nos extrañe la reserva de muchos catalanes a la hora de afirmar públicamente su independentismo. Pero las votaciones municipales han hecho perder el miedo. Lo más significativo no son los porcentajes actuales, sino la clara tendencia que marcan: "cuando el sabio señala la luna con el dedo, el necio se queda mirando el dedo", dice un proverbio chino. El independentismo durante tanto tiempo latente empieza a salir de su letargo invernal y en estos últimos años ha empezado a asomar desde distintos ámbitos, sin reducirse a patrimonio de un partido. Es como un deshielo. En cuanto apunta la primavera, empieza a resquebrajarse el hielo, se oyen sordos ruidos, masas de nieve se deslizan y aparecen arroyuelos que acaban en bravos torrentes y ríos caudalosos. Cada vez son más numerosos los que se embarcan alegres y esperanzados en la Kon-Tiki para demostrar que sí, podemos.
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